Aprender a escribir Midtjylland

La fase de grupos de la Champions nos ha deparado algunas goleadas sin incertidumbre, conseguidas además con cierta suficiencia por parte de los favoritos, pero sería justo subrayar que en esta liguilla inicial no todo ha sido previsible. De los ocho grupos, cinco llegaron a la última jornada con una o varias incógnitas en la identidad de los equipos clasificados. Dos gigantes continentales, el Inter y el Manchester United, antiguos campeones de Europa, han quedado eliminados. El formato de la competición puede que requiera ser repensado, pero no es verdad que la primera fase sea un paseo sin emoción para todos los grandes.

La clasificación del Oporto ha evitado que por segunda temporada consecutiva sólo haya representantes de las cinco grandes ligas en octavos de final. Los dragones, que han levantado dos veces la Orejona y una de ellas en este siglo, son el clásico conjunto con pasado glorioso y presente competitivo con el que nadie cuenta en los proyectos de Superliga que se dibujan. Hay que celebrar que pasen ronda: quizá, viéndolos en el sorteo del lunes, algunas mentes pensantes se plantean cuánta injusticia hay en sus pretensiones.

Salah, ante el Midtjylland.

Y sin embargo, que sólo un portugués navegue entre transatlánticos procedentes de los grandes núcleos de poder nos vuelve a recordar que esta era se ha alejado por completo de la diversidad. Los representantes de las ligas modestas ya celebran como triunfos el mero hecho de poder perder contra las marcas globales en la fase de grupos. Que Cristiano visite Budapest. Que en Liverpool alguien aprenda a escribir Midtjylland. Competir se da casi por imposible. Si viviéramos en un mundo medio normal se intentaría reformar el fútbol para corregir estas desigualdades, pero en cambio se habla de diseñar formatos que las exageren. Sin pudor ni vergüenza.

Abracemos como un milagro el inicio de LaLiga 20-21 y saboreémoslo mientras dure. Candidatos al título perdiendo contra recién ascendidos. Es importante que el fútbol nos dé la impresión de que en la vida todo es posible.