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Las dudas del doctor Koeman

Escribo estas líneas horas antes del partido entre FC Barcelona y Juventus. En otro momento, un duelo de este nivel provocaría un estremecimiento en mi espina dorsal —como los que buscaba Nabokov al leer una gran novela—, pero ahora mismo siento casi indiferencia. Ambos equipos están clasificados para la siguiente ronda y, para encontrarle algún aliciente al asunto, hay que recorrer al factor individual. Cristiano y Messi volvieron a ser rivales después de dos años sin verse las caras, pero ahora tienen 35 y 33 años respectivamente y la maldición de querer ser eternos. En cuanto a Pjanic y Arthur, los protagonistas del último intercambio de cromos entre Barça y Juve, ni siquiera tienen asegurada la titularidad.

Tal como yo lo veo, un suave manto de melancolía cae sobre los equipos grandes esta temporada, y solo unos pocos se salvan… de momento. Los estadios vacíos, las pruebas constantes de PCR, el ritmo de competición: todo es un lastre. A veces parece que los futbolistas jueguen con la misión de generar una normalidad, como si actuaran por obligación. En una temporada en que el fracaso se mide con atenuantes, el contrapunto feliz es para los equipos que sobrellevan mejor esa tensión y la convierten en un rasgo de carácter.

No es el caso del FC Barcelona. Las lesiones graves, el vacío institucional o la ausencia de un público que anima (y a la vez vigila) desde las gradas, se traducen en una falta de alegría. Los de Koeman muestran ese estado ciclotímico de los equipos que no ganan cuatro partidos seguidos. Así, como en el caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, el Barça presenta hoy dos caras: una en la Champions y otra en LaLiga. Con una el equipo es expeditivo, jovial y travieso; con la otra es previsible, inconstante y disperso. La pregunta crucial, en todo caso, es qué versión corresponde a la realidad y cuál es un producto del laboratorio de Koeman. A lo mejor resulta que le conviene más confiar siempre en el experimento creado para la Champions —ese Hyde, un espasmo en la espina dorsal.