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Pasaporte a un futuro incierto

Sergio Scariolo dijo durante estas Ventanas FIBA de la burbuja de Valencia que la Selección llegaba con dos objetivos. El primero: la clasificación para el Eurobasket 2022. Y ya está conseguido. La meta era fácil, a pesar de la incertidumbre generada por la derrota ante Israel. El pasaporte directo estaba reservado para los tres primeros de un grupo de cuatro equipos, así que bastaba con ganar en las dos citas a Rumanía, que actualmente está muy lejos de cualquier España que salga a jugar a la cancha. El resultado de esta noche lo confirma: 94-41. Los 53 puntos de brecha, que además fueron la máxima ventaja del partido, evidencian el abismo entre ambos. El segundo objetivo del seleccionador era que los jugadores acumularan “experiencia internacional, que tienen muy poca”. Y aquí la cosa está más complicada.

El propio Scariolo recordó en estos mismos días que la Liga Endesa es el campeonato con menos jugadores nacionales en el mundo. Según el estudio International Basketball Migration Report de la temporada 2019-20, el 70,7% de los participantes en la ACB son extranjeros. Esta realidad, que mantiene su tendencia, empeora con la falta de presencia de calidad de los españoles. El promedio de juego de los 13 convocados está en torno a los 17 minutos. Y ninguno de ellos milita en ligas foráneas, aunque también es verdad que Sebas Saiz y Pablo Aguilar no han podido venir de Japón. España es la actual campeona mundial, pero el título se conquistó con sus estrellas de la NBA y de la Euroliga, dos competiciones que, como es sabido, no ceden a sus jugadores para las Ventanas. Dado que la FIBA no tiene la intención de suprimir este formato, la Selección atisba un problema de futuro. La clasificación para el Eurobasket ha sido relativamente sencilla, pero luego vendrá la del Mundobasket. Y eso ya son palabras mayores. O, si no, que le pregunten a Eslovenia o Croacia.