Koeman no lleva a Messi a Kiev
Messi no viaja con el Barça a Kiev, sin mediar lesión. Simplemente Koeman lo ha decidido así, y aunque el Barça ya estaba aun sin esto muy depauperado, creo que la medida se puede comprender. Messi anda obtuso, está jugando sin ganas y mal, así que ya le vendrá bien quedarse unos días en familia para sosegarse y pensar. En verano hizo un movimiento extemporáneo e ilógico que le llenó de melancolía y de frustración. Un poco de distancia le puede dar perspectiva. Por otra parte, el Barça lleva muy bien el grupo, con 9 puntos de 9. Y por decirlo todo y aunque suene a sacrílego, no es seguro que sin él vaya a jugar peor que con él.
Fuera del arrebato de este verano y de todos los enfados con un presidente que ya no está, Messi tiene un problema estrictamente futbolístico y personal que ha de resolver para este último tramo de su carrera: necesita readaptar su juego. Ha perdido electricidad y le falta una décima de segundo para culminar esas acciones que antes le salían redondas y ahora se le atascan en la última puntada. Sigue siendo superior a casi todos en casi todo, pero debe encontrar, de la mano de Koeman, un modo de jugar que no le lleve a perder 23 balones, como le ocurrió ante el Atlético, y que luzca las muchísimas virtudes que aún posee.
Tiene dos años de aquí al Mundial de Qatar. El Mundial es la conquista que le falta. Le vendrá bien administrarse, ceder minutos, renunciar a partidos. Quizá jugarlo casi todo en casa y poco fuera, donde su renuncia a esfuerzos duros, que ya no va a corregir, pesa más. Ya le dio este tratamiento sesenta años atrás Helenio Herrera a Kubala, y aquel Barça fue un cañón. Todo menos arrastrar su rostro sombrío por esos campos mientras deja al equipo una y otra vez con diez. Y por otra parte, habrá que irse acostumbrando a ver jugar al Barça sin Messi. Los años pasan y pronto o no tan pronto él será, como todos, recuerdo.