La burbuja se rompe en los parones

Tras el duro confinamiento de tres meses al que se sometió todo nuestro país (incluidos lógicamente los deportistas), la disciplina mostrada por todos consiguió que acabasen sin incidencias nuestras ligas profesionales, a excepción hecha del famoso caso del Fuenlabrada y su viaje a Coruña en la última jornada. Realmente la patronal montó una burbuja estricta y severa que fue respetada por los jugadores con una disciplina digna de elogio. Y eso permitió acabar las competiciones.

Pero tengo la sensación de que los profesionales están sometidos a tanta presión por esta nueva realidad existencial que cuando acuden a las convocatorias con sus selecciones se relajan inevitablemente. El reencuentro con sus compatriotas (muchos de ellos amigos desde las categorías inferiores), la necesidad de darles un respiro entre tanta medida restrictiva y el hecho de volver a sus países de nacimiento logra que haya más descuidos y más posibilidades de contagio.

Se nota más en los países con cultura del Este, como se vio con los equipos nacionales de Ucrania, Rusia o la República Checa. Aunque ya sabemos que todos están poniendo buena voluntad, hay que pedir a los jugadores que aumenten las precauciones. Sin público se puede jugar, pero no hay circo sin gladiadores...