El cisma de MotoGP a cuenta de Yamaha

El día después de conocerse la sanción a Yamaha por la manipulación de sus motores de MotoGP ha sido el de las reacciones en el circuito Ricardo Tormo. Y se ha producido un fenómeno bajo mi punto de vista realmente curioso, inaugurado por el propio Marc Márquez desde su casa con un tuit bastante contundente. Me refiero a que los pilotos, los que se juegan el físico cada vez que saltan a pista, se han mostrado bastante más críticos con la decisión de los comisarios que sus propios equipos. No les ha gustado nada, comprensible, que sus rivales de la marca de los diapasones se hayan ido de rositas cuando la irregularidad es manifiesta e incluso admitida por quienes la han cometido. Mientras, las otras marcas y escuderías han sido tibias en sus declaraciones, diplomáticas e incluso apocadas.

Es evidente que las cuestiones políticas y los intereses más allá de lo deportivo han condicionado a los equipos, que quizá han profundizado poco en la gravedad de lo ocurrido, en el serio precedente que supone y en sus consecuencias. Si el título mundial de MotoGP es para un piloto de Yamaha, más de uno debería hacérselo mirar, admitir con sumisión una decisión que repudian sus propios pilotos es algo que jamás debería ocurrir bajo ningún concepto. Carezco de certezas para argumentar esta paradoja, aunque tengo mi teoría, y tampoco es este el espacio para analizarlo. La única reflexión que quiero dejar es la incongruencia del cisma entre pilotos y equipos, entre deportistas y empresas si lo queremos ver de otro modo. Sin dejar de mencionar las críticas unánimes de los protagonistas hacia el panel de comisarios, que obliga a una reflexión profunda al respecto.