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Tuvo que ser en París, la ciudad más especial en la carrera de Rafa Nadal, allí donde hace tres semanas se coronaba por 13ª vez en Roland Garros, récord cósmico, y empataba a 20 títulos de Grand Slam con Roger Federer en el Olimpo del tenis, otra plusmarca sideral. En París, aunque en otro torneo, Nadal ingresó en otra selecta sociedad, el club de las 1.000, donde acompaña desde hoy a Jimmy Connors, Federer e Ivan Lendl, pero con mejor porcentaje de victorias: 83,3%. Por el retrovisor se divisa a Novak Djokovic, todavía a cierta distancia: 932. El balear se convirtió en milenario al más puro estilo Nadal, con una remontada y altas dosis de emoción. Enfrente tenía a un íntimo conocido, Feliciano López, pero también a uno de los rivales que le ha ganado varias veces, entre ellas las dos últimas, en Cincinnati 2015 y en Shanghái 2014. El balance es ahora 10-4. A sus 39 años, Feli puso en aprietos a Rafa con un break en el servicio inicial y con el triunfo en el primer set. El segundo se resolvió en el desempate. ¿Quién dijo amigos? La oposición de Feliciano dignificó la nueva gesta Nadal.

Nadal celebró su victoria 1.000, pero los retos no acaban aquí. Es una nueva parada en su glorioso camino, para coger más impulso hacia desafíos inéditos, que todavía los tiene. Tuvo que ser en París, sí, pero en uno de los pocos Masters 1.000 que se le resisten en su palmarés, junto a Miami y Shanghái. Rafa nunca se ha coronado en el Omnisports de París-Bercy, entre otras cosas, porque solía llegar con problemas físicos a final de la temporada. El año pasado, sin ir más lejos, se retiró lesionado antes de las semifinales. En este atípico 2020, con el calendario recortado y remodelado por la pandemia, Nadal ha desembarcado más fresco en la Ciudad de la Luz, la Ville Lumiére, para romper una nueva barrera y, de paso, para preparar el asalto a otra cima todavía sin conquistar: la Copa de Maestros, en Londres.