La amenaza es el gemelo que se ha quedado solo
Una sucesión difícil. El Lokomotiv de Moscú decidió no renovar el contrato del técnico Yuri Semin el pasado mes de mayo. No fue una separación sencilla: Semin lo ha sido todo en el club ferrioviario: presidente, jugador y el entrenador con el que la entidad levantó sus tres únicos títulos de liga. Decidió sustituirlo con un completo desconocido para el público ruso: el serbio Marko Nikolic. Este preparador balcánico ha sido capaz de ganar la liga en su país con el Partizán de Belgrado y en Hungría con el Fehérvár. Un currículum más que respetable, pero que tendrá poco valor a ojos de la opinión pública moscovita si la sombra de Semin se le hace demasiado alargada.
El peor momento. Nikolic empezó bien: cuando se reanudó la liga tras la pandemia aseguró la clasificación del Lokomotiv para la Champions de manera directa, haciéndose con el segundo puesto de la liga rusa y terminando invicto en los ocho duelos que le tocó dirigir. El inicio de la campaña 20-21 también fue esperanzador, pero pronto se torció con una serie de cinco jornadas consecutivas sin ganar. Ahora, por primera vez en la etapa del técnico serbio, el Lokomotiv acumula entre liga y Champions tres derrotas seguidas. La cosechada frente al Bayern (1-2) entraba dentro de la lógica e incluso se puede decir que el equipo compitió por encima de sus posibilidades, pero los tropiezos ante el Rotor Volvogrado (1-2) y el Sochi (2-1) han sido mucho más inesperados y han dejado al conjunto ferroviario en séptima posición y a siete puntos del liderato.
Solo queda un Miranchuk. Los gemelos Miranchuk han sido en los últimos años las grandes referencias del "Loko". Ambos llegaron juntos a la cantera del club y alcanzaron la internacionalidad absoluta con Rusia. Aleksei, seguramente el más distinguido desde un punto de vista técnico, se ha marchado este verano al Atalanta. Ahora Anton se ha quedado solo, pero se ha erigido en el jugador con más jerarquía del equipo. Él es más un llegador, como demostró anotando el tanto que provisionalmente empataba el partido frente al Bayern. Fue un gol que le define bien: partió desde el extremo izquierdo y atacó una posición de remate en el palo opuesto.
Extranjeros experimentados. Aunque el equipo es un habitual en la Champions en los últimos años, el oficio europeo lo aportan los futbolistas foráneos de mayor recorrido: Corluka -que se lesionó ante el Bayern y no está disponible-, Krychowiak -que se ha reconvertido en un jugador más ofensivo, con más capacidad para llegar-, Zé Luis -que ha vuelto a Rusia firmando por un rival de su antiguo club, el Spartak- o el famoso Éder -autor del gol con el que Portugal ganó la Eurocopa 2016-. O también algún ruso que, tras probar fortuna fuera, ha regresado a casa, como el ex del Celta Fyodor Smolov.
Lisakovich, la perla bielorrusa. Nikolic le está regulando mucho los minutos, pero en sus escasas apariciones ya ha demostrado que puede ser un jugador importante también en un fútbol más exigente como el ruso. Suyo fue, de cabeza, el empate a dos en Salzburgo. Destacó enormemente en el Shakhtyor Soligorsk durante el confinamiento, cuando la liga de su país era la única que seguía en juego.