Prueba difícil con Sergio ratificado
David Espinar fue contundente esta semana en los micrófonos de la Cadena SER a la hora reforzar la confianza plena en el entrenador más que ratificarle temporalmente en su puesto. Hay que reconocer que no es muy habitual en los tiempos de inmediatez y necesidad de resultados que se viven ver como un club habla de trabajar, reforzar la confianza y mantener la tranquilidad como base fundamental para que las cosas salgan bien. Espinar aseguró que él piensa así pero que quienes están por encima para tomar cualquier decisión, Ronaldo y Miguel Ángel Gómez, están igualmente convencidos de ello. Más apoyo en un entrenador, en un proyecto y en un equipo de trabajo es imposible tener. Ojalá que ese sea el camino correcto y que sirva de ejemplo futuro a todos esos clubes que a las primeras de cambio cortan la cabeza de su entrenador. Ojalá.
Pero, es evidente, esa confianza no parece que ni pueda ni deba ser eterna. El propio Sergio, que es hombre de fútbol y se las sabe todas, es consciente de que su tiempo se acaba si el Real Valladolid no reacciona. Es más, sin que el club haya dado ningún ultimátum, todo lo contrario, todo lo que no sea reaccionar en los dos próximos partidos pondría al Real Valladolid con un pie en Segunda y en una situación extremadamente delicada. Digamos pues que las palabras de Espinar y el loable espíritu de seriedad y tranquilidad a la hora de tomar las decisiones por parte de la entidad blanquivioleta tienen límite de caducidad. Si la respuesta en forma de victoria no llega, desde esa misma tranquilidad y responsabilidad, el club estará obligado a hacer algo que trate de evitar lo que nadie quiere que llegue a pasar, un doloroso descenso a Segunda.
Villarreal no es un campo fácil, todo lo contrario. La única ventaja con la que cuenta el Valladolid es con el viaje y el partido europeo realizado por los levantinos, pero tienen plantilla sobrada para rotar y que su nivel futbolístico no se vea perjudicado. Pero sea ante quien sea, la imagen del Pucela debe mejorar. Empezando por la seguridad defensiva. Muchos goles encajados y ningún partido con la portería a cero. Los errores individuales de Bruno y El Yamiq se tienen que acabar. No puede ser que a estas alturas estemos acordándonos de Olivas y de Salisu. O peor, que nos acordemos hasta de Calero y Alende, que está cedido en el Lugo. La seguridad defensiva tiene que volver para, desde ahí, construir lo demás. Y arriba se necesita un equipo que sepa a lo que juega y que haga más daño. Si exceptuamos los chispazos de Toni Villa, poco más. Y eso también es muy preocupante.
Tiene mucho trabajo Sergio y la situación es complicada, pero el entrenador catalán cuenta con un apoyo incondicional del club y de parte importante del entorno pucelano. Y ese es un botín que le tiene que servir para voltear la situación, pero cuanto antes. El tiempo corre en su contra. Es la ley del fútbol.