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La compra más cara de Coleman

La vida cotidiana ha normalizado tanto la palabra ‘positivo’ en relación a la COVID-19, que en el deporte casi nos hemos olvidado de los otros ‘positivos’, los del dopaje, esos que hacen tambalear la credibilidad de la competición cada vez que aparecen en titulares. Este martes surgió una de esas noticias, una resolución esperada que deja a Chris Coleman, el actual campeón mundial de los 100 metros, fuera de los Juegos de Tokio. Su sanción de dos años se cumple el 13 de mayo de 2022, así que no podrá afrontar el hectómetro olímpico salvo que el TAS revoque la sanción de la Unidad de Integridad de Atletismo. El estadounidense no ha tenido un resultado adverso, sino que ha acumulado tres incomparecencias en sendos controles, lo que en la práctica equivale a un positivo. Coleman ya tuvo tres ausencias antes de los Mundiales de Doha 2019, pero se libró de la primera. Las otras dos, sin embargo, siguieron vigentes y se sumaron a una nueva de diciembre. Una torpeza. La excusa del velocista es que estaba haciendo unas compras navideñas a cinco minutos de su casa. La compra le ha salido cara.

Coleman agranda la leyenda negra de los 100 metros, la prueba más mediática del atletismo, pero también la más manchada. De los siete atletas más rápidos de la historia sólo se salva el líder, Usain Bolt. Los seis siguientes han tenido problemas: Tyson Gay, Yohan Blake, Asafa Powell, Justin Gatlin, Nesta Carter… y el propio Coleman, que ocupaba el sexto puesto con 9.76 desde su oro en Doha, una victoria que ya entonces se consideró polémica por los precedentes del esprínter de 24 años. El siguiente ‘limpio’ es Maurice Greene, con 9.79, en la octava plaza. El caso de Coleman conduce a dos conclusiones a bote pronto: la lucha contra el dopaje no se puede relajar, ni siquiera en tiempos de pandemia, y los jóvenes valores arrastran, muchas veces, las mismas miserias que sus antecesores.