Buscando soluciones que no llegan
No hay duda. Sergio González vive su semana más delicada como entrenador del Real Valladolid. En su llegada todo vino con el viento a favor y el ascenso culminó un excelente trabajo récord del entrenador catalán. En su primer año en Primera, los días previos a los partidos de Eibar, Girona, Athletic o Rayo, venían envueltos en el dramatismo pero también en un apoyo incondicional de todo el mundo con él y con el equipo. Y el año pasado todo fue más tranquilo. Nunca el conjunto pucelano estuvo en puesto de descenso. Hubo un sector crítico con el juego del equipo, pero la decimotercera posición tapo todas las bocas inconformistas que se quedaron sin altavoz. Pero ahora todo es distinto.
Es cierto que han pasado muchas cosas que no han ayudado. Muchas lesiones, algunas de gente importante cómo Joaquín, Alcaraz o Javi Sánchez. Llegadas al filo del cierre del mercado. Partidos internacionales... Digamos que hasta esta semana Sergio no va a poder tener todo, salvo Javi y Olivas, a su disposición. Por eso es la semana del examen más importante, porque se juega ante el Alavés, que ha empezado fatal y ante el que no vale otra cosa que no sea ganar. Yo no sé si Sergio se juega el puesto el domingo, pero sí sé que está en su semana con el crédito más bajo que nunca. Los resultados mandan y si las victorias no llegan aparecen los nervios, algo en el fútbol tan viejo como el hilo negro.
Sergio y sus jugadores deben demostrar que son mejores de lo que dice la clasificación, que van a poder formar ese equipo compacto que deje de regalar y que supere a base de fútbol a muchos de sus rivales. Ese es el deseo y lo que todos estamos esperando. La peor noticia sería que el próximo lunes viéramos explotar la crisis porque las cosas han ido mal. Ganar lo cambiaría todo, para bien. Semana difícil para Sergio que debe sacar a flote lo mejor que tiene como entrenador. Días como estos también son parte del fútbol. No hay que dramatizar.