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El coronavirus se cuela por las rendijas

Tras este corte para ventana FIFA (un alivio, por cierto, ver tres partidos seguidos sin VAR), vuelve LaLiga, con la perspectiva del primer Clásico de aquí a una semana. LaLiga por ahora se va librando de interrupciones por el coronavirus, pero hay que cruzar los dedos, porque el bicho sigue ahí, a la caza de incautos, que sigue habiendo muchos. En Italia, país que nos resulta tan entrañablemente próximo, ya ha hecho suspender dos partidos del campeonato a más de cargarse a dos equipos enteros del Giro. También ha atacado a Valentino Rossi y a Cristiano Ronaldo, que a saber si se contagiaron allí o fuera, tanto como viajan.

Pero es por todas partes. La Euroliga cambia su protocolo porque llevaba un ritmo de suspensiones que colapsaría la competición, y creo que hace mal. Las medidas draconianas (en LaLiga hay que jugar si se tienen cinco disponibles de la primera plantilla, sólo se puede pedir un aplazamiento y en los siguientes casos de contagio masivo se pierden los puntos) incitan a los clubes a exigir cautela máxima a sus jugadores. Toda cautela es poca, pero la Euroliga admite público y la Segunda B vuelve con él restringido, eso sí, en ambos casos. Este fin de semana habrá unas dos mil personas en Riazor y cero en Balaídos, raro contraste.

El contrasentido nace de la existencia de distintos protocolos, el de LaLiga y el de Segunda B, fiado a cada Comunidad. Esta categoría apenas tiene ingresos de televisión, sólo tiene taquilla, y se le quiere dar esa respiración asistida. En realidad hay público en todos los espectáculos que no son los partidos de Primera y Segunda, y me temo que lo único práctico es esto último: el cierre total. El coronavirus se cuela por tantas puertas entreabiertas como le dejamos, y ya se ve que anida en cualquiera, llámense Cristiano, Rossi, Mirotic o cualquiera de nosotros. Y la prioridad es erradicarlo y volver a la vieja normalidad, porque la nueva es un sinvivir.