La inocente sinceridad de un chaval de veintitrés años, deslumbrado por los focos que no tenía en Madrid, nos resumió el episodio del nueve suplente en el que el Real Madrid anduvo liado semanas hasta quedarse con Jovic y sacar a Borja Mayoral. La principal conclusión es que a Zidane le molestaba menos en el banquillo el jugador español que el serbio. Como, indudablemente, en los planes del técnico está seguir poniendo casi siempre a Benzema como único delantero centro, es mejor tener en la recámara a alguien que no llame la atención, que no tenga un caro fichaje que justificar y por el que no te pregunten continuamente en la conferencia de Prensa los pesados de los periodistas.

La inversión del club blanco en Jovic (60 millones de euros) obliga a darle oportunidades y confianza para intentar que demuestre el porqué de su fichaje, mientras que Borja era un chico de la casa que se hubiera conformado con los minutos que buenamente le pudiera dar el entrenador para dosificar a Karim. Zidane sabe que no es lo mismo sacar diez minutos a un futbolista cabreado y con el morro torcido que a uno ilusionado y con espíritu meritorio. Pero al final se ha quedado el caro, con su mochila de millones y su falta de adaptación. Ahora, el trabajo del entrenador será conseguir integrarlo en el proyecto y que rinda. Veremos.