¿Por qué da tanto miedo decir la verdad?
Dos versiones contrapuestas sobre Llorente del director deportivo y el presidente erosionan la imagen del Athletic. Y todo por no admitir que temblaban por encontrar el desacuerdo de la gente.

En dos días dos versiones distintas. Una, eso sí, edulcorada, con ese lenguaje alegórico que tanto domina un Elizegi que, en una comparecencia de una hora y cuarto, hace inevitable varios episodios de desconexión entre la concurrencia. Esta siempre lleva la firme voluntad de encontrar un presidente resuelto, directo, y se acaba encontrando con el hombre de las mil hipérboles. ¡Qué gran creador de esos eslóganes de buen rollo que pegamos con imanes en la nevera se ha perdido! Aitor debería dejar de caminar por lo etéreo de las redes sociales, a ver si eso le permite poner los pies en la tierra. Alkorta dice que los jugadores iniciaron el proceso para fichar a Llorente y el mandatario, que confía en él ciegamente, pero le desmiente y le deja en una posición absolutamente débil, que nadie de dentro marcó el prefijo de Nápoles, pero el delantero se ofreció y aquí somos elegantes y atendemos al que llama a la puerta. Sí se tocó el timbre de Javi Martínez y la pregunta sin respuesta es: ¿Por qué este sí y Fernando no si el entrenador no deja de clamar por un nueve? ¿Qué irresponsabilidad es no dar el primer paso, aunque luego se decida no contemplar, con el fichaje de uno de los pocos que están a tiro con esta filosofía centenaria tan particular?
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No hubo respuesta, al menos inteligible, por parte de un presidente que se permite el lujo de exigir reformular cuestiones hasta que él considere que se ha acertado con la pregunta correcta. ¿Tanto costaba decir la verdad? Que no se trae a Llorente por el 'qué dirán'. Si en el fondo, mucha de esta gente rojiblanca que pone en el altar Elizegi lo iba a entender. Al margen, otra cosa es que una parte de esta crispación que se ha desatado desde hace meses tenga un tufillo artificioso, que se suscite desde un sector que no acaba de digerir que perdió unas elecciones por un estrecho margen de votos (85). Pero, ojo, que se palpen sus vituperios, que el listón de la ira que están poniendo va a quedar vigente para próximos gobiernos, incluyendo uno hipotético en el que esté de vuelta el viejo régimen. Pero viendo está mascletá permanente, ¿quién va a tener narices de optar al sillón de Ibaigane en el futuro? Elizegi se ha 'urrutizado' por unos instantes, pero aún le quedan varios postgrados para alcanzar la cota de borderío del anterior inquilino del sillón de Ibaigane.
Elizegi sigue sin tomar decisiones, quiere quedar bien con todos y al final la caga. Hala, patada a seguir, balonazo y que opte cada uno por la teoría de Alkorta o la del presidente, a gusto del consumidor. Así andamos. Si el relato de los hechos se hubiera ceñido a la verdad, todo este embrollo sería ahora pasado. Deberían haberlo medido Elizegi y Alkorta, al menos consensuar la película para hacerla medianamente creíble. Llorente llama a los amigos que aún tiene en el vestuario para decirles que, ante las palabras de Garitano sobre la necesidad de un nueve, estaría como loco por volver. El director deportivo participa en ese deseo tras darle un toque el propio protagonista de este enredo. La plantilla trata de apoyar el fichaje, aunque Yuri y Dani García lo exteriorizan en un movimiento de enorme torpeza (me imagino a estos negociando con un nueve y pidiéndolo en público con Aduriz en la caseta, jajajajaja). Y Alkorta traslada a la directiva la oportunidad que ha surgido, como es su obligación. La junta pone sobre la mesa los pros y los contras y, por la repercusión social que tendrá el tema en vísperas de una asamblea que se intuye feroz, lo tumban. Ya está, muy respetable. Hay pánico. Si ante esa serie de acontecimientos que son casi pura rutina en algunos clubes, se monta una línea argumental tan plagada de contradicciones, ¿qué será del Athletic cuando realmente se esté jugando la vida deportiva y económicamente?





