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Dos truenos: Luis Suárez y Ansu Fati

El Atlético traía como gran atractivo para su estreno tardío de este campeonato la previsible presencia de Luis Suárez. El Cholo había anunciado que jugaría, si no de salida, sí a partir de algún momento. Y así fue, salió ya con 3-0, a partido resuelto. Pero fue un trueno que hizo olvidar todo lo anterior: nada más comparecer le dio un gol con un pase lúcido a Llorente, luego hizo dos, forzó un penalti que el VAR mandó al limbo... Todo comprimido en 25 minutos en los que se comprobó lo bien que le sienta este nuevo uniforme. Se le vio rápido, de juego alegre y enérgico, y perfectamente acoplado con sus nuevos compañeros.

Su aparición no era una buena noticia para el Barça, que comprobó que ha reforzado seriamente a un rival. A sus dos goles siguió otro de Rakitic, que contribuyó a aumentar el aire lúgubre que se ha instalado este tiempo en el Barça. Viendo al equipo en el túnel, antes de salir, se diría que estábamos en un tanatorio, por el aire pesaroso que se detectaba. Pesaban los ocho goles del Bayern, pesaba el conato de fuga de Messi, pesaban las lágrimas de Luis Suárez, pesaban sus dos goles y el de Rakitic. Pesaba la intriga sobre cuál sería la actitud de Messi, el capitán que saltó a la cabeza esmerándose en hacer patente su cara de disgusto.

Pero rodó el balón y Ansu Fati confirmó que ha llegado al fútbol para hacer algo grande. En poco tiempo marcó dos goles y provocó un penalti, que Messi transformó, dejando por un momento aparte su pose absentista, muy visible en su andar cansino sólo alterado de cuando en cuando para meter algún pase luminoso a Jordi Alba, al que encuentra sin mirar. Luego, fue a más, hasta finalizar el partido en un tono digno. Tiempo habrá para entrar en más detalle en los planes de Koeman, pero de momento se apuntó el acierto de colocar a Ansu Fati en su primera alineación, y el chico sustituyó la tristeza ambiental por una ilusión nueva.