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El Ineos es más que Froome

El Ineos, antes Sky, ha ganado siete de las ocho últimas ediciones del Tour de Francia. Eso obliga. Chris Froome se elevó como su estandarte en esos años hasta convertirse en un mito: cuatro Tours, un Giro y dos Vueltas. Pero el equipo británico ha logrado coronarse en París con cuatro ciclistas diferentes, no sólo con él, lo que confirma la importancia del grupo más allá de los individuos. La transición de Brad Wiggins a Froome se hizo bien: la carretera no engaña. Luego, los triunfos de Geraint Thomas y Egan Bernal estuvieron más relacionados con momentos de debilidad del africano, por los vaivenes de su positivo y por su terrible caída, que por una programación técnica. Hacía falta un relevo, y allí estaban. El Ineos es el equipo más poderoso del mundo y, como tal, su misión en el Tour está por encima de sus leyendas. Eso se sustrae de su última decisión de dejar fuera de la alineación a Froome y Thomas, a los que ha recolocado en la Vuelta y en el Giro. El movimiento de piezas ha traído también una alternativa para Bernal, por si su espalda falla. Esta vez el relevo se llama Richard Carapaz.

El anuncio del Ineos de excluir a dos ganadores del Tour, y sobre todo a Froome, cayó como un bombazo en la mañana del miércoles. La sorpresa, aunque impactante, rebosa coherencia si nos agarramos al rendimiento de cada uno en el reciente Dauphiné. Chris está lejos de su mejor versión, si es que alguna vez la reencuentra, y a Geraint se le ha atragantado la inactividad. Bernal sí exhibe un buen tono, pero la incógnita de su retirada obliga a abrir otras apuestas: especialmente la de Carapaz, aunque también la de Pavel Sivakov. Todos en el mismo corral son demasiados gallos sin garantías. Con una mirada romántica, duele que Froome no dispute su carrera fetiche, pero más penoso hubiera sido verle trasportar bidones, como parecía destinado. Hay un lado bueno: vendrá a la Vuelta. Allá donde empezó todo.