Márquez escucha a su cuerpo
El pasado domingo, cuatro horas después de su terrible caída, Marc Márquez escribió en redes sociales, junto a una foto que mostraba su brazo derecho en cabestrillo y la uve de victoria en su otra mano: “Os prometo que volveré lo antes posible con más fuerza”. El campeón mundial ha cumplido con creces lo primero, porque se subió a una moto sólo cuatro días después de la operación de fractura de húmero a la que se sometió en Barcelona. Una decisión heroica y admirable. Pero no ha podido cumplir con la segunda, porque sintió su brazo sin fuerza, inflamado y dolorido, se bajó en la Q1 y este domingo no competirá en Jerez en el segundo gran premio de la temporada. Ni hubo milagro, ni Marc es un superhéroe. Supo “escuchar a su cuerpo”, una expresión repetida varias veces en el seno de Repsol Honda, y prefirió no arriesgar, a pesar de que en los entrenamientos libres había rodado en el mismo segundo que la cabeza. “Cuando hay peligro, es mejor apartarse”, admitió el ilerdense, que sumará su segundo cero en el Mundial, aunque matemáticamente no tiene nada perdido.
Los antecedentes de otras recuperaciones al sprint, especialmente el quinto puesto de Jorge Lorenzo en Assen 2013, sólo 35 horas después de romperse una clavícula, cubrió de esperanza una decisión que desde fuera, sin conocimiento médico, sonaba a locura. Los deportistas reducen plazos milagrosamente. Estos días he recordado mucho la frase que me dijo un traumatólogo: “Si fueras torero o deportista, te diría que adelante. Pero como no lo eres, guarda reposo”. Otros ejemplos, eclipsados este sábado por la tentativa del ilerdense, los han protagonizado Álex Rins y Cal Crutchlow, que han rodado con una fractura-luxación de hombro y una fisura de escafoides, respectivamente. Márquez se marcha tranquilo, porque ha probado. Y, en paralelo, ha mostrado sensatez. Esto es muy largo, Marc.