Puig cuestiona la historia del motociclismo

Alberto Puig, jefe del equipo Repsol Honda, logró la victoria de su vida como piloto en el Gran Premio de España de 1995, en Jerez. Aquel glorioso 7 de mayo levantó la rueda delantera y dio la vuelta de honor, bandera nacional en mano, para celebrar su conquista ante el rugido de los 100.000 aficionados que abarrotaban el circuito andaluz. Se acababa de convertir en el segundo piloto español, después de Álex Crivillé, que ganaba una carrera en la máxima categoría, entonces 500cc. Puig tuvo una notable actuación aquel día, pero sólo vio claro el triunfo cuando Mick Doohan, el piloto más icónico de la época, sufrió una caída a siete vueltas del final cuando lideraba la competición. El catalán se puso primero y aprovechó la oportunidad. Nadie cuestionó su éxito. Todo lo contrario.

Ha sido ahora, 25 años después, cuando el propio Puig ha entrado a cuestionar su primera y única victoria en 500cc, y tantísimas otras de otros colegas. Incluso varios títulos mundiales. La historia misma del motociclismo. A propósito de la reciente lesión de Marc Márquez, el barcelonés ha minusvalorado el mérito del futuro campeón del mundo de MotoGP, si no es su pupilo, con unas declaraciones que han gustado muy poco a los aficionados a este deporte, y al deporte en general. En su opinión, otro ganador que no sea Marc "no debería sentirse del todo satisfecho sabiendo que el piloto número uno no ha estado presente en el campeonato en su totalidad". Su frase obliga a una mirada en el retrovisor en la que se divisa a Crivillé coronándose como el primer español en la máxima categoría en 1999, después de una grave lesión de Doohan, o a Kevin Schwantz venciendo por fin a su eterno rival Wayne Rainey en 1993. Tanto las caídas, como saber evitarlas, o ser conservador cuando la carrera lo requiere, también forman parte de la esencia del motociclismo. Para bien y para mal.