Siempre con Márquez
Que el Mundial de MotoGP se ha puesto muy cuesta arriba para Marc Márquez es una evidencia. En un calendario tan comprimido como el de 2020, una lesión de la gravedad que se intuye en la suya tras la caída de Jerez supone un varapalo quizá insalvable para sus aspiraciones de renovar el título, que sería el séptimo de la categoría reina y el noveno en general para igualarse con la leyenda de Valentino Rossi. En las próximas horas se conocerá si existe afectación del nervio radial además de la fractura del húmero derecho, lo que complicaría la situación. Ojalá el pronóstico resulte lo más favorable posible, pero en cualquier caso el ilerdense merece todo el reconocimiento por el modo en el que siempre ha entendido la competición, incluyendo asumir riesgos que el ciertos momentos pudieran parece innecesarios o inoportunos.
Ha sido así desde que comenzó a competir en el Mundial, incluso antes en el Campeonato de España, lo que nos ha permitido disfrutar de las gestas de quien, sin duda alguna, debe ser ya considerado como uno de los grandes de la historia del motociclismo. No sólo por su palmarés, hoy brillante y con mucho recorrido todavía, sino también por una ambición inconmensurable y un talento fuera de lo común. Márquez hace cosas que rozan lo increíble, por ejemplo la forma en la que salvó una caída que parecía segura cuando lideraba el GP de España, que le obligó después a una remontada antológica. Dio la impresión de que el resto pilotaba una Moto2, la manera en la que Marc recuperó posiciones ante los mejores del mundo fue inaudita. Después se cayó, sí, y quizá haya perdido el Mundial, ahora es fácil decir que pudo ser conformista, un podio era un gran resultado visto lo visto. ¿Conformista? Ese no sería el Márquez que nos emociona como pocos...