Al servicio de la comunidad
El debate sobre si los deportistas pueden opinar sobre política es más viejo que la tos. Por cerrarlo: sí, pueden. ¡Claro que pueden! Incluso deben cuando las libertades civiles y los derechos humanos están en peligro porque son referentes sociales y tienen un altavoz potentísimo. Pensar que porque jueguen al fútbol, encesten, corran o salten y no tengan una biblioteca con los clásicos y un título en Harvard no están capacitados o legitimados para opinar sobre política es clasista. Otro asunto es si su opinión es válida y tendemos a dividir ya no sólo a los deportistas, sino al mundo en general, entre los que piensan como nosotros y los que no, así que la clave ahora con una pandemia global, miles de muertos y con la crisis económica y emergencia social que se avecina, está en reconocer cuáles de esas opiniones ayudan a la comunidad y cuáles son vacías o alimentan la crispación. O quién se pone al servicio de la gente y quién se mira embelesado el ombligo desde su atalaya.
En el primer grupo está, por ejemplo, Katie Ledecky. La estadounidense ha conseguido más oros entre Juegos y Mundiales que nadie en la historia de la natación y sólo tiene 23 años. Es blanca, es famosa y es rica de cuna y publicó lo siguiente en sus redes sociales: "A mis compañeros de equipo, a mis amigos, a la comunidad: aquí me tenéis. Estoy aquí para escuchar y consolar. Estoy aquí para entablar conversaciones incómodas. Y estoy aquí para votar. No hay respuestas fáciles. El cambio requiere trabajo duro, pero vale la pena por este país maravilloso y de diversidad. Escuchemos, comprometámonos y construyamos". En el segundo podemos identificar fácilmente a Pepe Reina que celebró en las suyas una manifestación convocada por un partido de ultraderecha.
Sergio Ramos y Messi, mientras, optaron por el vacío cuando declinaron reunirse con el ministro Salvador Illa que les buscó porque son referentes y podían ayudar para concienciar a los jóvenes. No a él en particular, sino a la sociedad. Es una lástima, una oportunidad perdida. Ni siquiera escucharon.