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Ahora que tenemos la certeza de que la competición se reanuda en junio, se habla mucho de cómo se están preparando los jugadores para este final de Liga, de la ausencia de aficionados en los estadios, de los playoffs de Segunda…, pero ¿qué pasa con los árbitros? ¿Nadie se acuerda de ellos? Yo me los imagino relajados en el sillón de su casa con las piernas en alto, con una sonrisa de oreja a oreja visualizando un partido sin gritos, sin lanzamiento de objetos cuando se retiran al vestuario y una presión reducida al mínimo. Con unos jugadores sin la retroalimentación de sus aficionados que ya no les podrán echar la grada encima. Con este nuevo formato de fútbol, los que salen ganando son ellos, los árbitros.

Jugar sin público es una manera de alterar la competición porque se reduce bastante la rivalidad de los equipos, ya que ninguno de los dos tiene el apoyo o los abucheos de los hinchas. Y justamente esa rivalidad es lo que motiva a los futbolistas. Pero para aquellos que están con un pie en Segunda, la ausencia de público en su campo les puede venir muy bien para jugar sin la presión de los suyos.

Está demostrado que los equipos que comparten campo como ocurre tanto en la liga mejicana como en Italia, con el Inter y el Milan o el Roma y el Lazio entre otros, no existe esa ventaja por jugar en casa. Influye más, estar familiarizado con las características del campo y conocer las rutinas del estadio, que el apoyo de la afición.

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JUAN FLORDIARIO AS

Los aficionados que hacen de árbitro-entrenador y que tienen clarísimo que los colegiados siempre favorecen al equipo de casa, señalándoles más penaltis a favor y mostrándoles más tarjetas a los visitantes, no podrán sostener por mucho más tiempo esa teoría conspiratoria. Ahora, algunos equipos van a jugar en campo neutral y todos los partidos se van a disputar a puerta cerrada. Así que, los árbitros no tendrán ninguna excusa ni motivo subconsciente para ser parciales. Los aficionados árbitro-entrenador ya no podrán decir eso de: ¡Este árbitro es muy casero!

Recuerdo un estudio del 2002, donde a 40 árbitros profesionales se les mostraba en una pantalla faltas de jugadores, con sonido y sin sonido de fondo. Quedó claro que el sonido de la grada hacía dudar más a los árbitros en sus decisiones y eran menos proclives a señalar faltas en contra del equipo de casa.

Sin público ¿veremos partidos más justos y jugadores más liberados? Quién sabe. Lo que está claro es que los colegiados durante el partido se librarán del clamor de las gradas, de las avalanchas por no descender y de alguna que otra pañolada. Pero cuando acabe el encuentro, si su curiosidad es más valiente que su sensatez, los aficionados les estarán esperando en las redes sociales con toda su furia y sin ningún tipo de compasión. Vamos a echar de menos esos semi abrazos de Aritz Aduriz a Mateu Lahoz explicándole que Benzema estaba en fuera de fuego. Por cierto, molta sort Toño.