Más solos que la una

Hablaba inglés con palabras españolas, pero llegó a dominar refranes y dichos como si hubiera nacido en Navarra. La primera vez que dijo en una transmisión "ha rematado más solo que la una" conquistó a todos los futboleros españoles y también a quienes en ese momento pasaban distraídos por delante del televisor.

Eso era compatible con que después soltara "yo no me acuerdo habiéndolo dicho" en vez de "no recuerdo haberlo dicho", o con que exclamara "¡mescachis!" en vez de "mecachis"; pero luego hablaba de su gusto por "no dar un palo al agua" y se refería a su compañero Carlos Martínez como "mi tronco".

Se notaba a leguas su interés por empaparse de nuestra cultura, tanto en los registros más elevados como en los más populares. Tenía problemas con el subjuntivo, sí, una asignatura siempre difícil para los anglohablantes. Y también con alguna concordancia si le faltaban los morfemas finales de la a o la o para orientarse ("veremos reportajes insólitas"). No importaba mucho eso, porque su capacidad de comunicación vadeaba cualquier problema gramatical.

El propio Robinson reconocía que no había conseguido hablar bien ni el español ni el inglés. Se reía de sí mismo pero nunca de los demás. Cuando Alfredo Relaño dirigía los programas deportivos de Canal + y le contrató para comentar los partidos de la Liga, le animó a usar frases hechas, que suelen revelar un buen dominio del idioma, y hasta intentó que el exfutbolista se aprendiera latinajos como "sic transit gloria mundi" ("así pasa la gloria mundana", más o menos). No tuvo mucho éxito en ese aspecto, aunque Robinson sí consiguió referirse por ejemplo a su "modus vivendi" en España.

En realidad, él no necesitaba estudiar latín ni español, aprendió su nuevo idioma en el vestuario, en la calle, en los bares, dialogando con cualquiera que quisiera pegar la hebra.

Y los españoles solemos recibir con el alma llena de gratitud que un extranjero, y especialmente un inglés, intente hablar nuestra lengua y no solamente lo consiga sino que además nos haga reír, con ese efecto doble de la idea divertida y la palabra equivocada.

El propio Relaño recordaba que lo eligió para su canal de televisión después de que Robinson expresara sus dudas acerca de la autentica nacionalidad de un juez de línea japonés porque nunca había visto ningún japonés sin una cámara al hombro. Su capacidad para la metáfora saltó por encima de las barreras léxicas. Explicaba que, de niño, ir a los partidos del Liverpool en Anfield "era como vivir la Nochebuena cada quince días", y en una ocasión dijo que, por culpa del juego al puntapié de determinado equipo, "acabarán sacando al balón en camilla".

Sin esos chascarrillos, sin ese buen humor y sin su dicción especial, nos quedamos ahora nosotros más solos que la una.

Fue un acierto llamar a su espacio en la SER Acento Robinson. El acento lo delataba y a la vez lo engrandecía.