Yo tenía que estar en Sevilla

"¿Y qué le vas a hacer?", me pregunta mi mujer, Oihana, con una mezcla de resignación y cruda realidad. "Nada, no se puede hacer nada", respondo con una evidente tristeza en el rostro. Porque nadie tiene culpa de esto. Un maldito bicho ha cambiado para siempre nuestras vidas, ha vaciado nuestras calles y nos ha quitado nuestra bendita rutina; pero para nada nos ha borrado la ilusión de una final tan inédita como histórica, un derbi vasco que siempre nos deja imágenes preciosas de camisetas y bufandas de ambos equipos mezcladas en las gradas con total normalidad y deportividad. Lo que debe ser el fútbol.

Todo Gipuzkoa quería estar en Sevilla este 18 de abril. Hasta Markel, que apenas tiene 10 años, repetía incesante su deseo de vivir un partido como el que se iba a disputar este sábado en La Cartuja. Ha llegado el día y es imposible no acordarse. Sí, ya sabemos qué es lo más importante, que todos juntos luchemos contra el maldito coronavirus. Pero son más de tres décadas sin una final txuri-urdin. Más de 30 años. Ha llovido tanto desde 1987 que no puedes evitar sentir cierta nostalgia de lo que pudo haber sido y no está siendo. De estar viviendo una previa de Copa, estar rodeado de la afición a las puertas de La Giralda, sentir esa sensación de que estás ante un partido que muchos seguidores realistas no saben lo que es disfrutar.

Yo tenía que estar en Sevilla. Acompañado de mi inseparable micrófono amarillo de la SER y con un bloc de notas para escribir algún texto de ambiente para el Diario AS. Pero estoy en mi casa, como todos vosotros. Lo reconozco, he tenido la tentación de no levantarme, echarme la sabana a la cabeza y no tener que vivir el día de la no final de Copa. Pero luego he empezado a ver las imágenes y los vídeos de los aficionados de la Real en las redes sociales, desde bien entrada la mañana y hasta un buen rato después del ya clásico aplauso sanitario, y me he venido arriba. Sabía que la afición vasca era grande, y este sábado lo he confirmado totalmente. Desde Irun hasta Barakaldo, pasando por Urretxu o Astigarraga, los balcones se han engalanado como nunca con banderas de la Real y el Athletic. No había final, pero no lo parecía. Ha sido maravilloso. ¡Lo que se ha perdido Sevilla! Pero espero que lo pueda vivir, porque este derbi vasco va a ser mundial, y estoy seguro de que ni el más grande de los coronavirus podrás con él. Si desde un balcón sois capaces de hacer algo, no imagino lo que podéis hacer en las gradas de La Cartuja. Ya sé que todo depende de las entidades sanitarias, pero ojalá se pueda hacer con público, porque os merecéis vivir la final que tanto tiempo llevamos esperando los que amamos los colores azul y blanco. Y Sevilla merece vivir la fiesta del fútbol vasco. El fútbol se merece disfrutar de este derbi.