La responsabilidad de Tebas

Me dedico al periodismo deportivo, así que al margen de razones sentimentales estoy deseando por los profesionales que el balón empiece a rodar y llevaba cuatro años esperando este verano para disfrutar con los Juegos de Tokio. Todo volverá, lo que no sabemos es cuándo y, mientras tanto, lo único que se nos ha pedido es que seamos responsables y nos quedemos en casa. Actuar con responsabilidad también implicaba ser consciente de cuáles eran las prioridades una vez que se decretó el estado de alarma y LaLiga que preside Javier Tebas no lo fue.

LaLiga repartió test de coronavirus a los clubes y Tebas lo justificó afirmando que los había comprado antes de, pero los distribuyó después, en los primeros días, cuando todos ya estábamos confinados en casa y el fútbol se había suspendido. Esto no es una opinión, es un hecho y varios clubes como Eibar, Valladolid, Osasuna y Celta donaron los suyos a quien más lo necesitaba: la sanidad pública. En este diario, el 18 de marzo, Alfredo Matilla publicó una entrevista con Javier Tebas en la que a la pregunta de si se arrepentía de haber repartido test, la respuesta fue la siguiente: "No". Tal cual: no. Me pregunto si ahora continúa sintiendo que tiene la conciencia limpia y el hecho de que en las informaciones de los últimos días sobre el protocolo para volver a la competición se acentúe que los controles a los jugadores se realizarán sólo si el resto de la población tiene acceso a ellos debería darle una pista.

El trabajo de Tebas es velar por los intereses de la competición y debe hacer planes aunque se le caigan por el camino, nada que objetar ahí. Los que amamos el fútbol queremos que vuelva porque eso significará también que nuestras vidas regresan a algo similar a lo que eran antes de que un virus las pusiera patas arriba, por no hablar de que el fútbol español supone el 1,37% del PIB y da trabajo a 184.626 personas, pero también admito que estoy enfadada con quien ordenó repartir test en pleno estado de alarma, con el bien que habrían hecho. Y sé, lo sé, que no se me pasará cuando ruede la pelota.