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Benito, icono de un tiempo que pasó...

Hace poco Movistar estrenó un estupendo documental: “El fútbol antes del Tiqui-taca”. Un fútbol en el que los defensas no hacían prisioneros. Un fútbol previo a Canal +, que con sus muchas cámaras y repeticiones pudo mostrar en toda su crudeza lo que hasta entonces ocurría, cohibiéndolo. Aquello queda lejos, afortunadamente, ahora sorprende ver así, de golpe, toda esa ensalada de feroces entradas. A aquella promoción perteneció Benito, que se nos acaba de ir. “Si el defensa no es duro, es un cachondeo”, me declaró en entrevista formal, con desprejuiciada seguridad. Héctor del Mar, relator célebre por los motes, le apodó ‘Hacha Brava’.

Pero ese documental no muestra ninguna entrada suya tan terrible como otras que salen y que han pasado a la historia, porque no la hubo. Benito iba sin freno, en especial cuando dejaba su zona central para cruzar hacia un extremo escapado mientras el Bernabéu le azuzaba con el siniestro grito de “¡Benito, mata!”. Pero no apuntaba con mala uva. Por eso en su historial no hay tantas lesiones a contrarios como propias: pasó cinco operaciones de rodilla, una de tibia y dos de nariz. Y es que no todos los delanteros eran como Gárate, un santo resignado. Otros, como Ocampos o Milonguita Heredia sabían responder.

Aun con tanto percance, duró hasta los 35, con 420 partidos en el Madrid y 22 en la Selección, en la que compitió con grandes como Tonono y Gallego. Le mantuvo en pie su entusiasmo contagioso. Retirado, montó junto a la Plaza del Cuzco un pub-restaurante que fue muchos años punto de cita del fútbol madrileño y del que no lo era. No hace mucho me contaba Asensi que en la época, como no había vuelos de noche, muchos jugadores del Barça y del Madrid se reunían allí tras el partido, para comentar el choque entre cervezas y risas. Otro tiempo, de gente que entendía que acabado el partido acabó todo. Un tiempo que pasó. Descanse en paz.