Un espectáculo bochornoso

Si a estas alturas hay algún futbolista que aún piensa que pasará indemne por esta crisis, sin que le toquen ni que sea un poco la cartera, es un inconsciente. Cuando salgamos, que saldremos, el mundo tal y como lo conocíamos no existirá. La pelota ya se ha pinchado. El Real Madrid, tarde o temprano, terminará planteando una rebaja de sueldo a sus millonarios profesionales igual que han hecho el Barça, el Atlético o el Espanyol, pero estaría bien que se ahorrasen el espectáculo bochornoso que han ofrecido el club azulgrana y sus jugadores.

Reducir lo que ha pasado a una peli de héroes y villanos es pueril. Si los futbolistas estaban dispuestos a arrimar el hombro desde el primer día como aseguran, no se entiende el ruido de sables y la amenaza del club de que se haría el ERTE con consenso o sin él. En la rueda de entrevistas que Bartomeu ofreció a diferentes medios no supo dar explicaciones al respecto, pero jugó al poli bueno-poli malo. Él, por supuesto, es el bueno que no sabe quién de su junta o de sus ejecutivos fue largando a la prensa que había problemas cuando ahora nos quieren hacer creer que todo era una balsa de aceite, un ejemplo de armonía. Él nunca tiene la culpa de nada.

Los gestos importan ahora más que nunca y el comunicado de los jugadores era una torta con la mano abierta a la directiva. La frase "nos sorprende que desde dentro del club trataran de ponernos bajo la lupa e intentaran sumarnos presión" no tiene otra interpretación. Se rebajan el 70% de su sueldo mientras estén parados, lo que tampoco es una heroicidad ni hace falta ponerle la boina revolucionaria a Messi en una portada. Que ayuden a los empleados para que puedan cobrar su sueldo es estupendo, pero también lo mínimo. Y que lo publiciten es marketing, no un acto altruista, generoso y desinteresado. Dan limosna. No, ellos tampoco son unos santos y cuando la pelotita vuelva a rodar lo que hayan hecho y dejado de hacer se les tendrá en cuenta, igual que al resto del mundo.