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Tokio renuncia a experimentos

Los Juegos Olímpicos de Tokio ya tienen nuevas fechas: del 23 de julio al 8 de agosto de 2021. Muy similares a las que estaban previstas para el presente año antes del aplazamiento: del 24 al 9. La decisión oficial del COI se esperaba para finales de esta semana, pero el consenso ha sido tan rotundo que no ha hecho falta demorarla. No había motivo para darle más cuerda al asunto. Los organizadores japoneses agradecerán ahora esta celeridad para iniciar cuanto antes los reajustes. Y tanto las federaciones internacionales como los propios deportistas ya saben también a qué atenerse en sus planificaciones.

La elección del 23 de julio se ha impuesto sobre otras propuestas más inconsecuentes como la primavera. Esa idea pretendía dar solución al problema del calor, que había obligado a trasladar la maratón y la marcha a Sapporo, para desconsuelo de Tokio. Pero llevar los Juegos a marzo o abril para evitar algo ya sabido y asumido, suponía chocar con deportes y competiciones muy fuertes, que seguramente no iban a dar su brazo a torcer. El deporte depende cada vez más de organizadores privados y menos de las federaciones, lo que anunciaba una colisión segura contra locomotoras como el fútbol, el baloncesto y el béisbol nipón, sin olvidar otras disciplinas individuales como el tenis, el golf y el ciclismo. Demasiadas flores en primavera, escribíamos hace poco.

El verano también chocaba con eventos importantes, pero en este caso ha sido más fácil la negociación, porque topaba principalmente con los Mundiales de atletismo y natación, los dos deportes de mayor nobleza olímpica. Dos federaciones cómplices que no han puesto ningún reparo a los aplazamientos de sus respectivos campeonatos a 2022. Al contrario: la predisposición ha sido total desde que los Juegos movieron ficha. Los problemas de calendario apuntan ahora más a algunos Europeos como los dos de baloncesto, que saturarán a sus selecciones, justo después de un año desértico. Otra patata caliente que habrá que estudiar con mimo. De momento, Tokio ha renunciado a experimentos. Y eso ya es un buen arranque.