Parece mentira
"Parece mentira" deben ser las dos palabras más usadas en nuestro país después de, por supuesto, "coronavirus". Incluso hablé con algún amigo muy al principio de la crisis y me decía que con el fútbol no se atreverían, se seguiría jugando aunque fuera a puerta cerrada. Bueno, pues el virus no es que haya cerrado la puerta de los estadios, es que la ha derribado. Siempre nos quedará Liverpool. Ahora, a ver qué pasa.
El hombre de la fe intacta sale a aplaudir cada día a las 8 de la tarde a la puerta de su casa y cruza sonrisas y palabras de ánimo con sus vecinos a varios metros de distancia, no piensen mal. Uno de ellos, siempre amable, grita al hombre de la fe intacta "te leo en AS, y sigo tus clases de guitarra" y el hombre de la fe intacta entra en casa agradecido pero preocupado pensando en no defraudar a su vecino y mascullando "¿de qué coño hablo yo la semana que viene si no hay fútbol...?" Y es que parece que ha pasado un año o más desde el cierre del mercado de invierno, cuando soñábamos con Cavani, nos trajeron con calzador a Carrasco y, siguiendo la aplastante lógica de la primera sílaba de los apellidos, casi nos encasquetan a Cabeleira.
Parece que ha pasado un año o más desde que deslumbraba el Getafe, soñábamos una hermosísima final de Copa del Rey plenamente vasca, se lesionaba Hazard (que significa riesgo o peligro en inglés...), y Messi era proclamado una vez más y tan merecidamente mejor jugador del mundo. ¿Qué nos queda? Supongo que pelear este partido hasta el minuto noventa, intentar manejar la prórroga lo mejor que podamos y elegir muy bien quién tira los penaltis, porque aquí sí que nos jugamos algo serio. ¿No nos pasamos media vida llamando a partidos más o menos importantes "el partido del siglo"? Pues aquí lo tenéis. Este sí que es el partido del siglo. Ahora, no salgáis de casa. Leed. Escuchad música. Pensad. Y, si tenéis oportunidad, volved a ver en la tele el Liverpool-Atleti como ejemplo de supervivencia y éxito.