El COI cede al clamor del deporte

Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se van a aplazar. Podríamos escribir incluso que ya se han aplazado y seguramente no nos equivocaríamos, pero el Ejecutivo del COI, que se reunió este domingo de urgencia, no ha querido utilizar todavía esa palabra con rotundidad en su comunicado oficial. Entre líneas, eso sí, se entiende que no hay otra salida. Y ahora se da un margen de cuatro semanas para estudiar las nuevas fechas, con las enormes complicaciones que supone mover los calendarios internacionales de 33 deportes diferentes, los millones de noches reservadas en hoteles, los derechos audiovisuales… Los Juegos son un mastodonte.

El COI ha cedido al clamor del deporte, que se había multiplicado en los dos últimos días. No quedaba otra. El problema trascendía más allá del confinamiento de dos o tres países europeos, entre ellos España. Las voces retumbaban en el mundo entero, y especialmente en Estados Unidos, donde hacen más ruido que otras. La pandemia avanza sin piedad y la realidad atropella cualquier previsión. En enero, el dilema era si Japón, por su vecindad con China, iba a estar preparada para albergar los Juegos. Ahora sus ciudadanos no dudan de que pueden organizarlos, pero hace tiempo que el coronavirus dejó de ser una cuestión exclusivamente asiática. Que unos países logren contenerlo no asegura que otros puedan hacerlo o que se abran nuevos focos, como está ocurriendo. Nadie conoce el final de la propagación, nadie ha escrito la última página de esta historia.

El COI descarta la cancelación de los Juegos, eso es lo único que deja expresamente claro la nota oficial. Así que toca buscar alternativas. Se pueden pasar al otoño, como en Tokio 1964, ¿pero quién garantiza que el COVID-19 haya desaparecido entonces de nuestro entorno? Se pueden llevar a 2021, siempre que se muevan también los Mundiales de atletismo y natación, dos deportes de arraigo olímpico. O se pueden trasladar a 2022, donde se abre una ventana en verano gracias a que el Mundial de fútbol se celebrará en diciembre. El problema es que dos años es demasiada espera en la vida de un atleta. Nadie dijo que la decisión fuera fácil, sólo se reclamaba que fuera responsable. Y al fin lo ha sido. El COI ha escuchado al deporte. Su única razón de existir.