De Vallecas al cielo

Ya están reunidos ahí arriba. El cielo tiene dos ángeles sobre ruedas. El maldito coronavirus ha vuelto a juntar de nuevo a Tomás Díaz-Valdés con su querido Ángel Nieto. Las curvas de la vida les han llevado desde Vallecas, donde todo comenzó, a lo más alto. Si hace dos años y medio un fatal accidente nos dejaba sin el 12+1, ahora ha sido la pandemia la que se ha llevado al que fue su amigo y mentor desde los inicios.

Conocí a Tomás en la trastienda de Vespashop, uno de sus múltiples negocios. Por aquel entonces editaba una revista, La Bici, en la que comencé a colaborar probando bicicletas de trial y BMX. Una vez terminada la mili, no dudó un segundo en darme la alternativa en AS. Y allí aprendí todo sobre periodismo a su lado. Le debo todo a nivel profesional, y mucho a nivel personal. Tomás fue mi mentor, mi jefe, mi maestro y mi amigo. Un segundo padre.

Controvertido como pocos, de él aprendí muchas cosas, pero me gustaría destacar dos en concreto. Por un lado, sus infatigables ganas de trabajar. Para él no había horas ni días de descanso, aún cuando la vida le sonreía y no necesitaba juntar letras para subsistir económicamente. Por otro, el olfato periodístico, que le llevaba a conseguir informaciones de las maneras más inverosímiles.

Pero, por encima de todo, de Tomás hay que destacar a la persona. Tras su figura oronda y su poblado mostacho se escondía un gran corazón que le llevaba a ayudar a todo aquel que se lo pedía. Ha sido pionero en el periodismo del motor, maestro de muchos y promotor de un elevado porcentaje de ‘plumillas’ sobre ruedas. Descanse en paz.