¿Y ahora dónde nada un nadador?
Los Juegos de Tokio 2020 se mantienen firmes. Sólo aguantan ellos. A pesar de que haya voces internas en el comité organizador que ya reconocen la posibilidad del aplazamiento para dentro de dos años, los mensajes lanzados apuntan a su supervivencia en este maremágnum de cancelaciones. Shinzo Abe, primer ministro de Japón, le ha dicho por teléfono a Donald Trump que el plan sigue adelante. Juan Antonio Samaranch, vicepresidente del COI, ha afirmado que “habrá Juegos sí o sí”. Las mascotas olímpicas se han paseado esta semana en su Tour por Europa. Además, sin mascarilla. La antorcha partió el jueves de Olimpia, aunque avanza a trompicones por las restricciones de público. Y Alejandro Blanco, presidente del COE, manifestó este sábado su esperanza de que los deportistas desfilen el 24 de julio en la capital nipona. La sociedad al completo confía en que en esas fechas el coronavirus ya se habrá diluido. Y seguramente será así, todavía faltan más de cuatro meses para ello, aunque en este momento el problema no es tanto llegar a Tokio, sino en qué estado lo harán los deportistas.
El Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat anunció esta misma jornada su cierre. Igual que el de Sierra Nevada. Unos días antes lo hizo el CAR de Madrid. Los deportistas continúan su preparación como buenamente pueden en casa. Blanco les animó a sustituir “el entrenamiento óptimo por el mejor posible”. No queda otra. Pero en algunos casos, la situación es dramática. Por ejemplo, en los deportes acuáticos. ¿Dónde nada un nadador? A esto se une el aplazamiento de preolímpicos, la cancelación de eventos puntuables, la supresión de selectivos… También se reducen los campeonatos donde había que lograr las marcas mínimas. Algunos se podrán recuperar en mayo o junio, vale, aunque eso entraña cambiar los picos de forma. Los Juegos arrancarán el 24 de julio, sí, pero ya veremos cómo.