Deportivo Mirandés, loor al vencido
Loor al vencido. Hablo, claro, del Mirandés, que se coló en semifinales con un resultado esperanzador, pero se estrelló ante el muro final. Ese muro fue la Real Sociedad, que se desenvolvió con la firmeza que le acredita en esta temporada, en la que nada le parece inalcanzable. Se movió con serenidad en un primer tiempo de vaivén hasta que una llegada de Zaldúa por la derecha desemboca en un centro que pega en la mano despegada de Malsa. El penalti lo transforma Oyarzabal, con esa pegada segura que le acredita como jugador de alto rango. Desde ese momento, la semifinal estaba ya decidida.
Loor al vencido, decía. Queda el reconocimiento al mérito del Mirandés, trayendo hasta aquí la bandera de tantos clubes de la España vacía que reclaman atención. Cierto que más allá o más acá de los méritos del Mirandés están los de la Real, que para llegar hasta la final ha hecho su propio gran recorrido, que incluye la eliminación del Real Madrid a partido único en el Bernabéu. Ahora quién sabe si en la final se encontrará con el Athletic o con el Granada. Eso lo sabremos hoy. Gane el que gane, será una final inédita, elegida, por cierto, para resucitar el estadio de La Cartuja de Sevilla, ese dinosaurio.
La segunda mitad de la final la tendremos esta noche en el Nuevo Los Cármenes, a donde el Athletic llega con un 1-0, que no es mucho y no es poco. El partido resucita en Granada sensaciones que se remontan a 1969, cuando los dos mismos equipos jugaron también la semifinal, entonces con la ida en Granada. Allí los más veteranos aún hablan mal del arbitraje de Manuel Cardós. Entonces corrieron las malicias de que se pretendía una final vasca, que no se dio, porque por el otro lado el Elche eliminó a la Real Sociedad. La Copa ni entonces ni ahora está predeterminada. Por eso no están los grandes. La final está abierta.