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Vinicius y Mariano pusieron pasión

La depresión que el Madrid venía arrastrando desde que cayó en la Copa ante la Real se curó anoche en una segunda parte formidable que le devuelve el liderato en LaLiga. Digo la segunda parte, porque en la primera aún la arrastraba, hasta el punto de que un Barça poco convincente y a velocidad media tuvo tres ocasiones claras para adelantarse. Sin brío, andando, sin la mejor versión de Messi, pero con lo bastante como para enmudecer al Bernabéu. Dos intervenciones de Courtois mantuvieron vivo a un equipo cuyo único testimonio de vigor atacante fueron unas cuantas escapadas de Vinicius, que llegaba arriba solo porque nadie le seguía.

Del vestuario volvió con otra cara. Con pasión. Ya no era Vinicius el único que se tomaba el partido en serio, sino todos. Pronto Isco produjo dos remates formidables. Setién se asustó y cambió la geometría de su equipo, sacado a Braithwaite, que en sus dos primeras intervenciones sembró el pánico. Pero en eso llegó el gol de Vinicius, que en una de tantas escapadas quiso cruzar al segundo palo con la suerte de que el roce en Piqué mandó el balón al primero, justo por donde no lo esperaba Ter Stegen. Ese gol venía a premiar al mejor atacante del Madrid, al único que quiso ganar el partido desde el primer minuto hasta el último.

Y ya el Madrid se vino arriba y quien cayó en depresión fue el Barça. Un grupo de náufragos en torno a Messi, que tampoco estaba para echarle un cable a nadie. Y así el partido se fue deslizando hacia el final entre un optimismo creciente del Bernabéu, con cambios esta vez acertados de Zidane, y culminó con la guinda del gol de Mariano, el eterno proscrito, esta vez convocado en lugar de Jovic. Salió en el 89’ por Benzema, que había hecho poco, y en el primer balón retrató a Umtiti y marcó el 2-0. Una victoria de cuatro puntos, dijo Mijatovic en Carrusel, porque son tres más el ‘goal average’. Una victoria sobre el Barça y sobre el pesimismo. Una gran victoria.