El Clásico imperfecto

Hacía tiempo que la igualdad del Clásico no venía propiciada por la imperfección. En este siglo en el que los dos gigantes del fútbol español han ganado más Copas de Europa que ningún otro club del continente, nos hemos acostumbrado a que las previas de sus duelos directos se escribieran glosando sus virtudes extraordinarias. Cuesta encontrar precedentes en los que, como ahora, se subrayen más los defectos y se asuma con tanta naturalidad que ambos a la vez están lejos de su mejor versión.

Desde una perspectiva puramente resultadista, el Barcelona llega mejor. Es líder del campeonato y tiene su eliminatoria de octavos de final de la Champions bastante más encarada. El comportamiento colectivo del equipo azulgrana ha sido durante este curso, en líneas generales, menos armonioso que el del Madrid, y supongo que por ahí se explica el cambio de entrenador. Que haya sumado más puntos que su eterno rival tiene en Messi la única respuesta. El rosarino lo sostiene todo: la apatía que a menudo transmite el conjunto, las crisis institucionales, los desajustes defensivos que han elevado a 29 los tantos encajados en 25 jornadas… Durante años, el Madrid pudo replicar su desequilibrio extremo con la voracidad insaciable de Cristiano, pero hoy hay mucha diferencia entre la capacidad resolutiva del 10 del Barça y la que pueda presentar el jugador más productivo del Madrid, que por números es Benzema.

Bale se lamenta en el pasado Clásico del Camp Nou.

Si los blancos han parecido superiores en algo es en frescura, hambre y energía. También en solidez defensiva, aunque prefiero centrarme en esas virtudes que la irrupción de Fede Valverde y la recuperación anímica de Vinicius han contagiado al resto de un equipo que en el pasado pareció acomodado tras sus tres Champions seguidas. Quizá para igualar ese aspecto Setién esté insistiendo en dar tantos minutos a Vidal y haya elegido a Braithwaite como recambio de Dembelé. El chileno y el danés atacan el espacio, son agresivos y cambian el ritmo de un Barça que se excede en la parsimonia.