El fútbol es amor
Mariano Haro fue un mediofondista español que alcanzó el cuarto puesto en los 10.000 metros en Múnich 72 y el sexto en Montreal 76. También fue cuatro veces subcampeón del mundo de cross. Ídolo y atleta colosal, era un héroe solitario en la España en blanco y negro cuando los deportistas eran hijos de sí mismos. Sin nutricionistas, sin ayuda ni becas. Con entrenamientos dirigidos hasta por carta. Mariano Haro creció en Becerril de Campos (Palencia) y fue su alcalde durante 24 años. Él hizo el saque de honor en el partido de Copa del Rey entre el C.D. Becerril y la Real Sociedad.
La historia es ya conocida. La Real Sociedad se enfrentó a un Tercera División y, aunque hasta pasada la primera media hora no consiguió marcar, ganó 0-8. Pero lo mejor de todo es que las dos aficiones pasaron un día inolvidable. Tanto fue así que, poco después, la Real Sociedad invitó a todos los habitantes de Becerril a ver un partido en el Reale Arena (Anoeta ahora se llama así, pero es mucho mejor ingresar dinero gracias al alquiler del nombre que ensuciar una camiseta con una casa de apuestas).
Hacía mucho tiempo que no veíamos un gesto tan bonito en el fútbol. Es la postura opuesta de crear enemigos simbólicos donde no los hay, o la estúpida manía de tener rivalidades con vecinos próximos. Aunque sea sólo una invitación, el mensaje que se lanza es que es hermoso abrir tu casa para otros y que ejercer de buen anfitrión no es algo que el dinero pueda comprar. Aún queda un terreno donde el corazón es más importante que la sobredosis de números.
Hay mucho en común entre la seriedad guipuzcoana y el rigor del castellano. Ambos son enemigos de la exhibición gratuita o de regodearse excesivamente en el triunfo. Es decir, Mariano Haro y Arconada, por ejemplo, tienen mucho más en común de lo que parece. Y es que hay más cosas que nos unen de las que nos separan y el fútbol debería mostrarlas con más frecuencia. Por supuesto, el C.D. Becerril ya ha devuelto la invitación a los donostiarras. Gratitud.