La alineación optimista de Zidane
La alegría madridista por la conquista de la Copa de Baloncesto se enfrió después en el Bernabéu, de donde volaron dos puntos de forma imprevista. Desde la alineación, a Zidane se le veía confiado en que el partido saldría adelante con facilidad, porque la hizo pensando ya en el City. Hazard de salida, y también Bale, en el que sigue insistiendo porque le considera un jugador de alto nivel para los grandes desafíos europeos y quiere integrarle. Eso suponía colocar al equipo en 4-3-3, su modelo audaz. También dio plaza de salida a Marcelo, fuerte en ataque, no tanto en defensa. Era, en definitiva, una alineación optimista.
Pero el Celta no estaba por la labor de ser cordero sacrificial y se adelantó pronto, con un pase luminoso de Iago Aspas a Smolov, que marcó bien. Un gran gol, aprovechando un desajuste en la defensa blanca. A partir de ahí, Aspas se metió en la media, el Celta se colocó en 5-4-1 y a esperar. El Madrid manejaba el juego, pero le costaba entrar. Hazard y Marcelo combinaban bien por su lado, al que se recostaba Benzema, pero les faltaba un punto de ajuste fino. Al otro lado, Bale ganduleaba, se quitaba el balón con centros cómodos o algún disparo lejano. Rozando el descanso, Courtois evitó el 0-2 con un paradón a cabezazo de Aidoo.
Del descanso volvió el Madrid con más brío en sus acciones, y dio vuelta al marcador pronto, primero con gol de Kroos, en jugada Benzema-Marcelo, y luego por un penalti que le regaló Rubén a Hazard. Lo transformó Sergio Ramos, que lleva 19 seguidos sin fallo. Se fueron Hazard y Bale (que sólo se dejó notar por una patada por detrás a Rafinha que mereció expulsión) y el Madrid, enfermo de confianza prematura, acabó atacando con Vinicius por la derecha, donde no es el mismo, y Marcelo por la izquierda. En eso, pase luminoso de Denis Suárez a Santi Mina y 2-2. Luego, diez minutos de malón inútil hasta que llegaron los tres pitidos finales.