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El menosprecio al rival

En las contadas ocasiones en las que el Celta ha ganado en estadios como Bernabéu o Camp Nou, pocos segundos tardaba en producirse el –llamémosle- 'Efecto objetos perdidos': en corrillos y medios de comunicación se aclaraba inmediatamente que el Madrid o Barca se habían dejado, o habían perdido, los tres puntos. Un despiste. Los que más podían llegar a decir que el Celta había jugado bien, había plantado cara, pero casi nunca el Celta ganaba aquellos partidos, es que los otros los perdían. Pongo como ejemplo al Celta porque es mi equipo y porque recordar aquellas temporadas en las que nos ganábamos en estadios inconcebibles (o en las que ganábamos, a secas) me emociona. Pero es un mal común denominador de LaLiga, esa presencia fantasmal del equipo rival cuando uno se refiere a la derrota de determinados equipos, el apocamiento dialéctico del otro cuando el que juega tiene una determinada categoría. Los días posteriores a la derrota del equipo grande se teoriza sobre qué pudo fallar, obviando muchas veces que en el rival "pequeño" no falló nada. Hay equipos que nunca ganan aunque ganen.

Esta semana he llegado a escuchar que la Copa se ha desnaturalizado porque no queda el trío de grandes en la competición. Una cosa es que la Copa haya perdido interés (que se puede debatir), otra bien distinta es que haya perdido su naturaleza, como cuando Sansón se quedó sin coleta. Estos últimos días parece que la Copa se haya convertido en una cuestión más estética que futbolística.

La Real Sociedad, tras ganar en el Bernabéu en Copa.
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La Real Sociedad, tras ganar en el Bernabéu en Copa.REUTERS

Hay algo descubres con el paso de las temporadas como aficionado, ya seas de un equipo grande o de uno pequeño, sean tus miserias o tus crisis mayores o menores: en el fútbol todo puede empeorar, siempre. Quizá el secreto para sobrellevar este deporte de angustias pasajeras o permanentes es lo que dijo José Luis Cuerda en una entrevista en el periódico La Región: "Yo sigo el fútbol porque me importa un pimiento". O mejor todavía, tener el espíritu de ese aficionado madridista al que entrevistan después de la derrota frente a la Real Sociedad de Copa y dice que él confía en el partido de vuelta.