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Mono de trabajo. Cuando visitas Pamplona, como también sucede en otros escenarios de esta Liga como Eibar o Getafe, por ejemplo, ya vas sobre aviso de lo que te vas a encontrar. Osasuna te lleva a un contexto de partido ultracompetitivo, de momentos de mucha presión, de duelos constantes, juego directo, rechaces y segundas jugadas. La capacidad de adaptación al medio por parte del Real Madrid será clave a la hora de poder pescar los tres puntos en tierras navarras. Los rojillos están todavía de duelo por la baja prolongada del Chimy Ávila, uno de lo futbolistas más destacados de toda LaLiga y con una aportación al juego, tanto ofensivo como defensivo, seguramente irremplazable. La incorporación reciente de Enric Gallego para paliar dicha baja del argentino le podrá aportar a los de Arrasate la posibilidad de tener éxito en el juego directo y en el centro lateral. Osasuna es el cuarto equipo de todo el campeonato que más centros al área realiza y el segundo con más goles anotados de cabeza.

Superar la presión. A los locales les gusta poner el bloque en campo contrario y someter al rival a una gran presión alta de forma prolongada. Salir de dicha presión y buscar la espalda de los centrales, que dejan muchos metros entre ellos y el portero, será la manera en la que el Real Madrid podrá hacer daño. El Villarreal, en la pasada jornada liguera encontró con facilidad la espalda de Aridane (baja sensible en defensa para este partido) y Osasuna se mostró vulnerable. Por eso conviene no ser demasiado horizontal en el pase y acelerar al máximo los ataques en cuanto superes alguna línea de presión del rival.

Recuperar el rigor defensivo. Desde el comienzo de esta temporada he manifestado que el posible éxito del Madrid se basaría en el trabajo que se hace en fase defensiva. Cuando el equipo ha crecido en ese aspecto, los resultados han llegado y Zidane ha conseguido formar un bloque muy compacto, solidario y que apenas concede a los rivales. Esta dinámica tan positiva desapareció ante la Real en el Bernabéu, donde volvimos a ver a un Real Madrid más largo, más desorganizado y menos voraz en repliegues, marcas y obligaciones defensivas. A la espera de un Hazard que se presume desequilibrante, el Madrid debe volver a la senda de la solidez para llegar al resultado.