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El coronavirus acecha a los Juegos

La Organización Mundial de la Salud ha declarado la emergencia internacional ante la imparable expansión del coronavirus desde el epicento de Wuhan. El agresivo patógeno ha dejado ya más de 10.000 afectados y de 200 muertos en China, pero la alerta se ha activado al detectarse casos exteriores en una veintena de países. Entre ellos, con una quincena de enfermos, está Japón, que en menos de seis meses acogerá los Juegos. Aún no se puede hablar de alarma sobre su celebración, pero sí ha surgido preocupación, hasta el punto de que la gobernadora, Yuriko Koike, ha salido desmintiendo la intención de suspender la cita. La vecindad asiática, con Tokio a 2.500 kilómetros y siete horas de vuelo del foco, ha pulsado la vigilancia en el seno del COI, que recaba información de la propia OMS y de las autoridades niponas. No es la primera vez que el Comité Olímpico Internacional se enfrenta a una situación así, recordemos la amenaza que supuso el virus del Zika en Río, aunque en aquella oportunidad fue mayor el alboroto que el peligro real que se vivió durante la competición.

El ruido previo a los Juegos es una tradición. Antes de Río 2016 tocó a rebato por el mencionado mosquito transmisor del Zika; antes de Londres 2012, por el terrorismo; en vísperas de Pekín 2008, por la polución; en puertas de Atenas 2004, por las instalaciones inacabadas… Cuando la llama olímpica se enciende y los atletas comienzan a competir, estos fuegos se suelen apagar. Eso no quita para que haya que mantenerse avizor ante la inquietud mundial que genera el suceso.El deporte ya ha demostrado su responsabilidad ante casos así: los Preolímpicos de boxeo y baloncesto femenino, en el que jugaba España, han sido trasladados; los Mundiales de atletismo indoor se han aplazado... Las cancelaciones, de momento, sólo afectan a China. El COI seguirá atento.