Movimiento
Que soñemos para dar vida a nuestra banda, pedía Marta Bassols una Nochevieja. Ponía como ejemplo a New Order. Después del suicidio de Ian Curtis, cabeza de Joy Division, el resto de miembros de la banda siguieron tocando porque no había nada que les gustara más. Parecía imposible sobrevivir a tal drama, pero lo hicieron y crearon un nuevo orden. El primer álbum lo sacaron en 1981, un año después de la muerte de Curtis. Se llamó Movement y la primera canción del disco, Dreams Never End.
Cambiaba la voz, el estilo, la atmósfera entera. Podrían haberse estancado y seguir con la estela de Joy Division. Pero no. Buscaron su sueño por otros derroteros. Aprendieron a dejarse ir. Se abrazaron al movimiento. “Nada de mirar atrás ahora, lo conseguiremos. Cambiaremos estos sentimientos, probaremos y veremos”, viene a decir la canción.
El perico está habituado a despedirse de sus referentes casi cada verano. Se fue Borja Iglesias, que cautivó a toda la afición. Antes ocurrió con Gerard Moreno, que parecía iba a ser el heredero definitivo de Tamudo. Se buscó una figura capaz de reemplazar a Iglesias y no ha sido hasta este invierno, 20 millones mediante, que el Espanyol siente haberla encontrado con De Tomás.
De Tomás se encanta. De Tomás es mirarse al espejo y mandarse un beso, guapo. No huye de la responsabilidad de ser el héroe; chuta sin pedir permiso a nadie. De Tomás se da like a sí mismo en Instagram.
Aunque la historia es mucho menos romántica que la de New Order, vale para recordar que en el fútbol, como en la vida, se debe asumir el movimiento como algo natural… si se quiere seguir con la banda. Sin él, queda la resignación. Y la resignación paraliza. Como el enfado, como el miedo.
De Tomás ya dejó caer que no estará en el Espanyol toda la vida. Otro llegará. Y así sucesivamente. Porque en el fútbol, y mal que pese como en la vida, las cosas ya no se reparan, se recambian.