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Embarba-RDT y las pequeñas sociedades

Cuando Raúl de Tomás se enteró de que Embarba era un objetivo del Espanyol, le envió un whatsapp. Ambos empezaron a imaginar la posibilidad de volverse a juntar después de seis meses separados, debido al traspaso del delantero al Benfica y de que el extremo prosiguió con su historia en el Rayo en Segunda. En los dos años que coincidieron, su entendimiento en el campo fue total. Entre ambos fabricaron 32 goles. Embarba fue el mejor socio de De Tomás. Así lo explicó Rufete en la presentación del último fichaje en este mercado de invierno récord.

Las relaciones socio afectivas son imprescindibles sobre el terreno de juego. El profesor Paco Seirul·lo lo teorizaría diciendo que el jugador es una estructura en la que convergen los aspectos físicos, técnicos, tácticos y, especialmente, los emocionales. Todo unido en el cerebro, el principal motor del juego. Dos grandes jugadores pueden no entenderse si no cuentan con esa afinidad en el campo, otros en cambio se interpretan a la primera. Bastaba una mirada de De la Peña para que Tamudo corriera a ese espacio o un desmarque de Sergio para que Verdú le devolviera la pared. Otros grandes goleadores, como Gerard u Osvaldo, eran autónomos, no necesitaban que nadie hablara su lenguaje o no encontraron a ese compañero.

Es lo que Menotti, más habilidoso con el lenguaje, bautizó como las pequeñas sociedades, que en ocasiones construyen equipos y simplifican el juego, justo lo que quiere ahora el Espanyol para salvarse en las 17 jornadas que restan de campeonato. Ocurre en otros ámbitos, como en el cine, donde inseparables parejas han recorrido juntas su carrera por el celuloide. En el fútbol, donde en cada segundo el inconsciente del jugador procesa 11 millones de bits según estudios neurocientíficos, tener a dos jugadores que son capaces de escoger una opción provechosa para ambos y para el equipo es un privilegio. Si Abelardo logra que ambos encajen en el equipo, los goles pueden llegar rodados.