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ADN blanco. En el mundo árabe atronó el We are the Champions, el himno oficioso del Real Madrid, mientras Sergio Ramos, nuestro infatigable capitán, levantaba al cielo de Yeda un nuevo título. El décimo de la maravillosa era Zidane y el undécimo de la Supercopa de España. En las gradas pobladas del King Abdullah miles y miles de saudíes se abrazaban alborozados ante el nuevo éxito del equipo de sus amores. El madridismo sin fronteras nunca sale decepcionado con los suyos. Este equipo tiene un espíritu admirable, que le lleva a retroalimentar su orgullo competitivo mirando cada mañana su incomparable Sala de Trofeos. Un club nacido para ganar sin excusas (las bajas de Bale, Benzema y Hazard no justificaban regresar sin el título), que disfruta con la presión y se agranda cuando los retos aumentan. Esta vez los héroes fueron un uruguayo infatigable que se convirtió en el MVP del torneo, don Federico Valverde, y un belga de casi dos metros que ajustició a su exequipo con una prodigiosa colección de paradas, especialmente la realizada a Thomas en la tanda de penaltis. En Arabia se recordará durante mucho tiempo esta final. No por los goles (sólo los hubo desde el punto fatídico), pero sí por la emoción, la entrega y la fe con la que los dos equipos jugaron durante 120 minutos que nos pusieron a todos al borde de la taquicardia. El fútbol es así. Te arrebata por encima del nivel del espectáculo ofrecido. Los madridistas nos vamos a dormir muy orgullosos de su equipo, en el que veteranos y noveles combinan a la perfección. Acabamos la final con Rodrygo, Mariano y Vinicius. Eso es tener plantilla con profundidad y con visión de futuro. Mi chaval me llama entusiasmado. Como en Milán. Hijo, seguimos mandando en la capital...

U-RU-GUA-YO. Valverde sólo tiene 21 años, pero juega con la madurez de un treintañero. Su manera de sacrificarse personalmente para evitar el gol de Morata y salvar la Supercopa habla muy bien del sentido solidario que tiene este futbolista que soñó todo esto desde crío en su amada tierra uruguaya. Valverde va a disparar su precio hasta dejar en una broma lo que pide el United por Pogba. El Pajarito no se toca. Larga vida a Valverde.

Tibu, un gigante. Primero logró que Saúl lanzase su penalti al palo en su afán por eludir al belga (por cierto, el jueves cumplió 35 años Juanfran, que en Milán también envió un penalti al palo). Y hasta el extra time llegamos gracias a sus paradas, que desesperaron a Morata y Correa. Tibu ha puesto el muro y parece impenetrable. Este es su segundo título con el Real Madrid. Y los que te quedan crack.

El Sextete. No es broma. El único equipo que puede aspirar en 2020 a ganar seis títulos es el de Zidane. Por delante están los retos de LaLiga, la Copa del Rey y la Champions. Y si se gana la 14ª en Estambul, quedarían la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes. Con Zidane al mando, a ver quién me dice que es un objetivo inalcanzable.

Euforia vikinga. Sólo era una Supercopa, pero la sentimos como si hubiese sido un título de los grandes. Esta conquista va por mi amigo Paco Ortúñez, que ha llegado a los 86 años hecho un campeón, así como por los entrañables gemelos de Cabezas de Alambre (Ávila) y las peñas ‘Los Cernícalos’ de Guadalcázar, Orbaneja del Castillo, Torrecilla de la Tiesa, La Aldea del Obispo, Quismondo, Casarrubios del Monte, Navamorcuende, Jaraicejo, Villamesías y Somontín. Todos os merecéis este alegrón. La vida es blanca y bella.