Todo lo que hacemos por el fútbol
Daniel, un aficionado de la UD Ibiza, cogió un barco hacia Denia el pasado miércoles. Allí se subió a un coche y condujo los más de mil kilómetros que separan la ciudad de Pontevedra. Unas cuantas horas más tarde estaba en Pasarón descubriendo que las borrascas entran por Galicia como un amante por la puerta de un hotel. Daniel era el único aficionado sentado en la zona reservada para los aficionados rivales. El partido se suspendió en el minuto diecisiete por la lluvia.
La historia de Daniel me hizo recordar un domingo que me fui a ver un Alcorcón-Celta enferma de gripe. Fui sola, en Santo Domingo hacía una temperatura digna de Volvogrado en enero y el partido terminó 0-0 (estoy plenamente convencida de que ninguno de los dos equipos consiguió tirar a puerta). A mi lado se sentaban aficionados locales con mantas sobre las piernas. Yo sólo llevaba una bufanda del Celta que apenas me cubría la garganta porque las bufandas de fútbol no abrigan, cubren. Volví a casa más febril de lo que estaba, arrastrando los pies que había dejado de sentir unas dos horas atrás, recreándome en el espanto de la experiencia vivida y lamentando el momento en el que me hice hincha del Celta.
Últimamente escucho, leo, e incluso digo a menudo la expresión "reconciliarse con el fútbol". Si te reconcilias con el fútbol es porque te has enfadado con él. Sí, el fútbol se ha vuelto algo digno de enfado, monótono, abúlico, con pocas propuestas excitantes. A menudo te preguntas por qué te tomas la molestia de ir a ver un partido que sabes que te va a terminar frustrando. Puedes hasta predecir el disgusto cuando te sientas en la grada: "Dentro de noventa minutos exactos mejor no me hables". Pero hay un rescoldo dentro de ti que te impide desistir. No ver un partido de tu equipo lo sientes como una traición a algo que, aunque no es tuyo materialmente, te pertenece de muchas otras formas. Y es siempre la mejor opción entre otras alternativas.
La UD Ibiza se ha ofrecido a costear el viaje de Daniel en el siguiente desplazamiento que haga el equipo. Estas son las cosas que te reconcilian con el fútbol; si es que alguna vez hemos estado realmente enfadados con él.