126 millones en el equipo del pueblo
La bendición de João Félix. Este año, el relato como el equipo, no le está quedando tan redondo a Diego Pablo Simeone. Ahora que se ha puesto tan de moda el palabro, resulta que toda la mística del equipo por encima de la individualidad, se cae cuando pagas 126 millones por un chico extraordinario de 20 años, le presentas en el Museo del Prado y éste se decide a coger el balón en todos los sentidos. Eso, real y metafóricamente, fue lo que pasó en el penalti contra el Leverkusen. El menino, tras el primer error de Trippier desde los once metros, decidió asumir la responsabilidad, sacudir la crisis goleadora y de resultados, para abrir la puerta de los octavos de final y jugar a lo que sabe, ser diferente, elegante, vistoso, pero también egoísta en el mejor de los sentidos. Es lo que tienen las estrellas. Detrás de su majestuoso anverso, siempre hay un reverso. Uno siempre ha preferido tener cerca en la vida a los que cogen el balón que a los que los se lo quitan de en medio.
Una luz diferente. El Atlético tiene una estrella emergente e igual que el jugador debe aprender a adaptarse, el equipo también debe saber acomodarse a un futbolista especial, dentro y fuera del campo. Si es bueno detrás del punta, es allí donde tiene que jugar. Si ese estrellato genera recelos entre determinados compañeros, allí es donde hacen falta los líderes del vestuario y el entrenador. Pero, mucho cuidado, porque puede que los equilibrios del camerino, entre el Cholo y Germán Burgos sin ir más lejos, sean tan importantes como los del terreno de juego. João Félix no es Griezmann, ni lo pretende, es otra cosa. Si se han gastado 126 millones de euros para que el genio aparezca no se le puede estar recordando a cada rato lo mucho que hay que trabajar para fabricar la lámpara. Lo suyo es convertir los deseos en realidad.
Tanto como el Clásico. A ver si disipados por la politización del partido del Camp Nou y los intereses de los ruidosos se va a pasar de puntillas por este jornadón. Puede que el peso psicológico de un Barça-Madrid haga parecer que los puntos valen más, pero suman lo mismo que en cada jornada, por mucho que el rival sea el más directo en la lucha por los objetivos. El Barcelona no debería olvidar que visita al equipo que mejor juega del campeonato, con permiso del Sevilla. Cuando les pregunten que es jugar bien, lo que hace el equipo de Imanol es una buena referencia. El Madrid se las verá en Mestalla con el subidón del Valencia, un equipo a prueba de contratiempos, que ya empieza a parecerse a lo que quiere su silencioso pero estupendo entrenador. Se pueden tapar bocas sin abrirla.