El juego de las medias verdades. Tres versiones dispares que, entremezcladas, muestran numerosas contradicciones. Las “ambiciones desmedidas” de Robert Moreno tuvieron una respuesta no menos desmedida de Luis Enrique. El último culebrón del fútbol patrio podría haber quedado en un simple episodio desagradable, pero Rubiales dirige la Federación con una cerilla y un bidón de gasolina.
Robert Moreno. Su puesta en escena hubiese tenido mayor credibilidad de haber aceptado preguntas. Si no podía responderlas, por temas jurídicos, o no quería, por estar mal asesorado, también debió haberlo explicado. Ha perdido en lo profesional el tren de la Eurocopa como primer entrenador y, en lo personal, una amistad de muchos años. Acusado de trepa y de desleal, se vio obligado a dar la cara para defender su honor. Pagó cara su bisoñez, por fiarse de Rubiales, tras el excelente trabajo realizado.