¿En qué consiste la formación continua del tenista amateur?
"Hay muchos jugadores amateur que practican tenis habitualmente y tienen un nivel técnico aceptable pero no logran encontrar regularidad en su juego", Carles Sastre.
Tras casi dos años compartiendo publicaciones en La Magia del Tenis, queda meridianamente claro que el objetivo de este blog es didáctico, enfocado principalmente a jugadores ocasionales o amateur.
Por ese motivo, se hacía indispensable tener una charla con Carles Sastre (Sabadell, 1978), entrenador de tenis, delegado en Gerona de la Federación Catalana de Tenis (FCT) y director de la empresa Ilurotennis, dedicada a la gestión de centros donde se enseña este deporte. A través de una interesantísima conversación, Sastre nos comenta con gran conocimiento de causa cómo funciona la formación del jugador amateur.
¿Cómo definirías al tenista amateur?
Podríamos entenderlo como aquél que nunca ha recibido formación regular por parte de un especialista, al menos en su infancia. El tenista amateur necesita entender física e intelectualmente algunos conceptos básicos si quiere mejorar su nivel de juego.
Hay muchos jugadores amateur que practican tenis habitualmente y tienen un nivel técnico aceptable, pero no logran encontrar regularidad en su juego. Para que nos entendamos, no tienen claro dónde está su "tope de juego negativo".
¿Qué entendemos por tope de juego negativo?
Piensa en ese típico día malo que todos podemos tener jugando al tenis. Pues bien, cuando tenemos un día de esos en el que no nos sale nada, necesitamos saber dónde está nuestro nivel mínimo de juego aceptable para poder construir sobre él una estructura suficiente para afrontar el partido, la jornada o el entrenamiento.
Si mejoramos nuestro nivel máximo, ¿mejoramos también nuestro nivel mínimo?
Bueno, en teoría, si la mejora es a nivel técnico, deberíamos extrapolarlo a todos los niveles, pero no siempre funciona así. Nuestra crisis de nivel técnico viene asociada al resultado, al rendimiento y a una necesidad cortoplacista de éxito.
Primero deberíamos revisar lo que significa el éxito cuando jugamos, ya que la visión que tengamos sobre él afectará al juicio que emitamos y a las decisiones siguientes.
¿Se podría decir que el fin justifica los medios?
En este caso, si el fin es conseguir el control, te aseguro que el riesgo de renunciar a la buena práctica mecánico-técnica en favor de unos golpes acortados y con excesiva tensión sólo te acercará a un proceso de frustración galopante sobre vuestro nivel de juego.
El fin debe ser verte reflejado en tu propio juego. Mejorar y disfrutar observándote es, quizá, lo más difícil en estos tiempos de velocidad, superficialidad y falta de conexión con lo verdaderamente esencial; entrenar para tener un juego coherente con nosotros mismos.
Sobre el papel suena bien, pero, volviendo a lo que comentabas antes, ¿cómo podemos llegar a saber donde está nuestro nivel mínimo de juego?
Lo mejor es tener unas pautas bien definidas de qué patrones de movimiento nos son propios, cuáles de ellos son común denominador en la mayoría de nuestros golpes y siempre nos garantizan armonía.
Por mencionar algunos importantes, estar activo es fundamental; a menudo nos creemos que estamos activos, pero no lo estamos. Podemos observarnos caminando por la pista o incluso reposando los pies planos en medio de un punto. Detectemos ese patrón negativo lo antes posible y movámonos.
El punto de impacto también debemos tenerlo muy en cuenta, porque es el lugar donde tocamos la pelota. Todos tenemos una manera de pegarle a la bola, a todos nos gusta sentir el impacto en una zona determinada; algunos más alejados y otros más cerca, pero, sin duda, el impacto siempre es preferible delante del cuerpo.
Tampoco nos tenemos que olvidar de mantener la tensión justa, porque hay veces que tendemos a generar demasiada tensión muscular y eso nos ralentiza, nos contractura y nos va debilitando poco a poco. Por eso deberíamos empezar desde el calentamiento sujetando la raqueta con la mínima presión posible, pero sin que se escape de tu mano (ríe).
Hay otro aspecto que parece una obviedad pero a mucha gente se le olvida: mirar correctamente la bola. Si la miráramos como Dios manda, no sería siquiera necesario que lo tuviéramos en cuenta ahora.
También es cierto que respirar adecuadamente es algo que muchas veces se nos olvida. El tenis es un deporte arrítmico; nuestro corazón se ve sometido a cambios constantes de intensidad y por eso la respiración no puede seguir unas pautas similares a las de la carrera continua o el ciclismo. Por ejemplo, espirar el aire durante el impacto puede ser un buen punto de partida para regular la respiración, o también la respiración profunda entre puntos que nos va a aportar beneficios de oxigenación y regulación del nerviosismo.
Aparte de la biomecánica, ¿deberíamos tener en cuenta alguna cosa más?
Sin duda. La importancia de la correcta hidratación antes, durante y después de una sesión de tenis es capital, al igual que comprobar que el estado de nuestro material sea el óptimo; si tenemos un grip gastado o un cordaje reseco, puede ser que eso nos arruine un día de tenis.
Pero bueno, para mí lo más importante es no tomarse los fallos demasiado a la tremenda, porque a menudo un buen fallo aporta más que un acierto mediocre.