Mutaz y el día grande de Doha
Era el viernes 4 de octubre y había atasco en los alrededores del estadio Khalifa de Doha. Tocaba fiesta en los Mundiales de atletismo, llegaba la hora de Mutaz Essa Barshim, ese saltador nacido en la capital qatarí y formado en la academia Aspire, el orgullo deportivo del país. Mutaz es uno de esos atletas que van más allá de su deporte, una especie de Rafa Nadal o Carolina Marín del Golfo Pérsico. Por eso se reunieron más de 42.000 personas en las gradas, con cánticos, pancartas, gorras con su nombre... La curva de la colchoneta de altura parecía el fondo de un estadio griego.
Saltaba Mutaz a la pista y el vocerío era atronador. Tenía dudas, porque llegaba tras una grave lesión de tobillo y con una pobre marca de 2,27. Pero a Barshim le va la presión y el calor del público. Saltó 2,30, 2,33 a la tercera, 2,35... y un vuelo de oro: 2,37. El emir Al Thani se abrazó a él. Era una fiesta, en el día grande de Doha.