Rodrygo, entre seducción y exageración
El impacto. Subidos a la ola de la portentosa actuación de Rodrygo contra el Galatasaray, es inevitable, en caliente, buscar paralelismos precoces en la historia del Real Madrid para empezar a dibujar el perfil de una futura leyenda. Rodrygo tiene dos condiciones innatas para jugadores tocados con la varita: el bendito gol y saber anticiparse a la conclusión de la jugada, con una frialdad impropia de su edad. El madridismo está ávido de nuevos ídolos, desde la marcha de Cristiano, para pintar futuros sueños europeos. Lo que es una temeridad, en frío, es empezar a compararle con Raúl, con Butragueño o con quien sea. La historia del Madrid está plagada de nuevos Di Stefanos, Raúles, Pirris y Butragueños, con portadas fugaces y batacazos monumentales. El proyecto es real. Sólo eso. Ahora se trata de darle continuidad y confianza, verle en las buenas y en las otras. Seguramente, sabremos mucho más de su futuro cuando le toque afrontar alguna adversidad, que en fútbol, como en la vida, siempre llega.
Sí hay color. Cuentan que en la BBC, me refiero a la televisión pública británica, andan preocupados por el desapego del público joven, que no se identifica con la neutralidad. Hemos creado un mundo de buenos y malos, donde si eres de Rodrygo tienes que detestar a Vinicius y si no crees que es mejor que Ansu Fati o que João Félix eres directamente antimadridista. Vinicius también tiene un amplísimo margen de mejora y unas condiciones excepcionales. Le hicieron un flaco favor los que, desde el club, le quisieron comparar con Mbappé. Lo que necesita es confianza y pista para jugar de corrido. Parar a su edad sí que debería estar penado. Las cesiones bien elegidas son extraordinarias. El Madrid ha hecho bien lo de Odegaard o lo de Achraf, grandes promesas entonces y ahora dos futbolistas de lo mejor que se puede ver en Europa.
Bale y lo inexplicable. No me parece criticable que Bale quiere ayudar a la selección de su país, de la que es bandera, a clasificarse para la Eurocopa. Si me apuran, aún contra la opinión generalizada, suena hasta lógico. Lo que no es de recibo es que hable más con su seleccionador que con su entrenador, que se marche diez minutos antes de los partidos aunque estén apretados y que viva tan pancho en su inadaptación. Con Bale todo se aleja de la normalidad. Es la estrella, por salario, pero no ejerce. Zidane vive en un permanente ni contigo ni sin ti. Ahora que Zizou ha encontrado su once, parece nuevamente haber perdido su 11. Gareth tiene el alta, pero es baja. Al menos, habrá que agradecer al entrenador querer explicar lo inexplicable.
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