La FEB viaja hacia la modernidad

Volvíamos del Mundial de Tenerife cuando empezamos a hablar de este bonito viaje que desemboca en el Hall of Fame. Seguramente aquellos días en Canarias resultaron una inspiración para todos. Ver a Silvia Domínguez luchando en silencio por recuperarse a marchas forzadas de una lesión que la amargó la competición; o a Alba Torrens sudar por estar a punto de la manera que fuese aquellos días decisivos de Canadá, Australia o Bélgica, tocaba cualquier fibra. Si nada de eso debía quedar en el olvido y por eso quedó registrado en un documental de impresión, por qué no recuperar toda la memoria del baloncesto español.

Luego ha venido el pelotazo del Mundial de China, pero esta idea de la FEB que se ha cogido de la mano de AS venía de antes. El nacimiento de Baloncesto España, nueva imagen de marca de la Federación, significó la puesta en marcha de una estrategia que, por un lado, pretendía premiar a los mejores de cada año, pero también inventar un espacio de memoria para todos los agentes que han dado gloria al baloncesto español ahora que está más cerca de lo que parece de cumplir cien años de vida.

Es inevitable que el nombre de Hall of Fame traslade a la NBA y no está nada mal porque eso es emparentarse con los mejores. Pero no tiene aspiración de imitarlo. Hay un torrente de historia y talento para crear un espacio propio y sensible que llegue no sólo a la gente del básket sino a las calles. Todo al abrigo de la FEB, que quedará en un estadio superior como madre del baloncesto español. El Hall of Fame tendrá reminiscencias con el pasado, de acuerdo, pero a mí me parece un viaje a la modernidad y es el futuro del 'Baloncesto España'.