El talento de Havertz y la osadía de Bosz

Noveno… pero a dos puntos. Aunque encontremos al Leverkusen en la mitad de la tabla de la Bundesliga, no podemos obviar el contexto tan particular que se vive en el campeonato alemán en este inicio de temporada. Es verdad que los de Peter Bosz vienen de una dolorosa derrota en Frankfurt por 3-0 ante el Eintracht, pero si hubiesen ganado ese partido ahora mismo serían líderes en solitario. Solo tienen un punto menos que el Bayern y el Dortmund y se encuentran a dos unidades de la cabeza de la clasificación.

Un entrenador kamikaze. A Peter Bosz lo fichó Jordi Cruyff para su Maccabi Tel Aviv porque compartía su gusto por el fútbol de ataque. Al poco tiempo acabó entrenando al Ajax, en el que hizo debutar a Frenkie De Jong y alcanzó la final de la Europa League contra el Manchester United. Todo eso le valió para firmar por el Dortmund como sustituto de Tuchel, pero allí naufragó debido a una debilidad defensiva que se exageraba aún más con su propuesta. En Leverkusen a menudo le sucede algo parecido: el pasado sábado en Frankfurt situó como carrilero izquierdo al delantero Volland.

Alterna el 4-2-3-1 con el 3-4-2-1. El Bosz del Ajax siempre jugaba con un 4-3-3, pero en Leverkusen le estamos viendo cambiar de esquema en función del rival. Lo que no modifica en ninguno de los dos sistemas que ahora utiliza es el doble pivote, y ésta es una corrección con respecto a sus inicios que pretende aportarle algo más de solidez. La ausencia de Aránguiz, el que más equilibrio aporta de sus medios centros, le obligará a decantarse en Madrid por la pareja Demirbay-Baumgartlinger.

Su mercado no fue tan malo. Considerando que perdió a un jugador de la importancia de Julian Brandt, al que vendió al Borussia Dortmund, la dirección deportiva del Leverkusen maniobró con acierto para compensar esa baja con incorporaciones interesantes. Demirbay y Amiri llegaron del Hoffenheim para ofrecer consistencia y talento a la línea medular, y el prometedor Moussa Diaby abandonó el PSG buscando minutos de juego para sacar rendimiento a su poderoso desequilibrio.

Havertz es un fenómeno. Tiene 20 años y ya nos parece un veterano. Ésta es su cuarta campaña en la primera plantilla tras convertirse en el debutante más joven de la historia del club en octubre de 2016. Y cada día juega mejor, hasta el punto de que Löw ya lo ha llevado a la absoluta de Alemania. Actúa en la media punta, impresiona por su planta y es exquisito y hábil en el toque. Prácticamente ambidiestro, marca y asiste. Es la mayor amenaza para el Atlético.

Bailey es la gran ausencia. Del jamaicano se habla menos que de Havertz, pero está llamado a ser la otra próxima gran venta del conjunto de la aspirina. Zurdo, poseedor de un golpeo formidable y capaz de desbordar en el uno contra uno, en Alemania saben que van a sacar mucho dinero por él. Lo ficharon del Genk por 13 millones y se calcula que ya vale 40. Tiene 22 años y contrato hasta 2023. Un problema muscular lo ha dejado fuera del equipo, algo que debe representar un gran alivio para Simeone.